La clave más importante para mejorar tu matrimonio.

Cuando las parejas vienen a mí en busca de asesoría y su matrimonio no está pasando por su mejor momento, una de las primeras preguntas que me hacen es: "¿Por dónde empezamos para cambiar nuestro matrimonio?" La respuesta es bastante simple, pero la implementación no es fácil. ¿Cuál es la respuesta? Les digo a las parejas: “Primero deben comenzar a desarrollar y profundizar su relación espiritual con Dios”. Esta es la clave más importante y el primer paso para cambiar su relación con los demás. 

¿Por qué tu vida espiritual es la clave para cambiar tu matrimonio? 

1. Todo problema marital comienza como un problema espiritual. Esta es la conclusión a la que he llegado después de más de 50 años de consejería matrimonial. Considera ésta una prueba de que este principio es válido. ¿Dónde comenzaron todos los problemas de la humanidad? ¿No comenzaron todos nuestros problemas en el Jardín del Edén cuando Adán y Eva decidieron desobedecer a Dios? Lo primero que hicieron después de la caída fue culparse uno al otro y luego a Satanás por todos sus problemas. ¿Qué pasó después? La envidia, el resentimiento y el homicidio brotaron en sus hijos. Todos sus problemas familiares y matrimoniales son el resultado de esta única decisión de vivir independientemente y desobedecer a Dios. Por eso digo que todo problema conyugal comienza como un problema espiritual, porque todos nuestros conflictos interpersonales y relacionales son el resultado de vivir independientemente de Dios. 

Cuando les pregunto a las parejas, que vienen a consejería, acerca de su relación personal con Dios, descubro una y otra vez que dedican poco tiempo a desarrollar su relación con Él, o lo hacen esporádicamente. Las personas me dicen que rara vez pasan tiempo a diario leyendo la Biblia o en oración personal. Por lo general, no comparten cosas espirituales entre sí ni oran juntos. Ir a la iglesia juntos también es algo esporádico. En consecuencia, ¡esta es una receta para el desastre! 

Si deseas transformar tu matrimonio, primero, ambos deben volver a una relación íntima de amor con el Señor. Él es el único que puede llenarte del amor que necesitas para renovar la relación con tu cónyuge. Si sientes que algo no está bien en tu matrimonio, no mires a su cónyuge, primero mira tu propio corazón y tu propio caminar con Cristo. Jesús dijo: “…saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7:5). Si le pides que saque tu viga, ¡Él lo hará! Sólo entonces verás claramente cómo renovar su relación. 

2. El resultado natural de acercarse a Cristo. 

El resultado natural de acercarse a Cristo es que se acercarán el uno al otro. La intimidad de tu relación de amor con Cristo se derramará necesariamente sobre tu matrimonio porque estarás lleno del Espíritu Santo. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”

 (Gálatas 5:22-23).  ¿No son estas las cualidades necesarias para el matrimonio que anhelas? Estar bajo el control de Su Espíritu es el único medio para alcanzar el fruto del Espíritu, que es el amor. El amor de Dios dentro de ti, te hará amable, desinteresado y paciente. Su Espíritu te otorga el dominio propio que necesitas para controlar tu lengua y ser fiel a tus compromisos. Mientras buscas el poder de Su Espíritu y Su gobierno sobre tu vida, llegarás a una intimidad y unidad con Dios, lo que naturalmente resulta en unidad con tu cónyuge. 

3. El fruto del Espíritu es el único poder mayor que tu carne. 

 Cuando consideras las obras de la carne como se describen en las Escrituras, te das cuenta de que estas son las actitudes y comportamientos que dividen a las parejas. Pablo dijo: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21). Es obvio que, si eres pendenciero, egoísta, envidioso, borracho, usas drogas, o eres infiel, no te vas a llevar muy bien con tu pareja. Pero, si ambos están llenos del Espíritu Santo, no satisfarán los deseos de su carne. Esta es la promesa de la Palabra de Dios: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16). ¿Cómo puede ser cierta esta promesa? Porque cuando el Espíritu Santo vive y gobierna dentro de ti, puede subyugar las obras más poderosas de tu carne. Por eso debes caminar muy cerca a Cristo, para permitirle ser el Señor de tu vida. Cuando el Espíritu te gobierna, eres libre. Para experimentar el empoderamiento del Espíritu, todo lo que debes hacer es pedirle al Padre. Jesús dijo: “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:13). 

4. Pero ¿qué pasa con aquellos que buscan al Señor en la Palabra, en oración y asisten a la iglesia con regularidad? 

Esta es una buena pregunta. He conocido personas que pasan tiempo en oración, estudian las Escrituras e incluso asisten regularmente a la iglesia, pero su matrimonio es un desastre. ¿Es esto una excepción? No, porque es necesario, incluso vital, aplicar la Palabra de Dios a nuestra vida personal. Una relación personal con Cristo se basa en dos cosas importantes: escuchar y hacer las cosas que Dios manda. Somos llamados no solo a ser oidores de la Palabra, sino también hacedores. Santiago declaró: “Sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). Muchas parejas saben exactamente qué deben hacer, porque han escuchado la verdad una y otra vez en la iglesia cada semana. Sin embargo, eligen no aplicar lo que escuchan debido a su incredulidad, falta de voluntad, orgullo, resentimiento, egoísmo o alguna otra obra de la carne. Estos obstáculos pecaminosos frustran su matrimonio y la bendición que Dios quiere darles. 

¿Cómo puedes cambiar tu vida espiritual con Dios? 

1. Recuerda y arrepiéntete.     

Es vital que recuerdes cómo era tu relación con Dios cuando era muy buena. ¿Recuerdas el gozo y la paz de Dios que experimentaste cuando entregaste tu vida a Él? Aquí es donde debes comenzar. Jesús le dijo a la iglesia de Éfeso: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido(Ap. 2:2-5). 

Es importante notar que Jesús sabía que esta iglesia había dejado su relación de amor con Él, y eso le era ofensivo. Por eso les ordenó que se arrepintieran, lo que significa dar la vuelta e ir en la dirección opuesta. Recordar de dónde has caído es la motivación que necesitas para volver a Él. ¡Entonces, da la vuelta y vuelve corriendo a los brazos de Cristo que te está esperando ahora mismo! Así como el padre esperaba al hijo pródigo, ¡Él te está esperando! Vuélvete a Él ahora; no te arrepentirás. 

2. ¿Qué pasa si nunca has tenido una buena relación con Dios? 

Simplemente comienza donde estás hoy. No mires atrás ni permitas que la culpa te abrume, ni trates de reformar tu vida con tus propias fuerzas. No puedes cambiar tu comportamiento pecaminoso por cuenta propia. ¡No puedes cambiarte a ti mismo! Dios es el único que puede transformar y cambiar tu vida. Solo Él tiene el poder para hacer esa obra, y Él ha prometido hacerlo. Todo lo que Dios requiere es que te entregues en Sus manos. Pablo declaró en Romanos: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Rom. 12:1-2). Dios quiere que simplemente te presentes ante Él, y comenzará el proceso de transformación. Pero esta decisión no es solo de un día. Debes continuar rindiéndote a Él, quien continuará el proceso de transformación. Cuando Pablo le habló a la iglesia de Tesalónica acerca de la obra santificadora de Dios, les aseguró: “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:24). Tu única opción es entregar completamente tu vida en Sus manos, ¡y observar lo que sucede! ¡Él lo hará! 

3. Humíllate ante Dios. 

La humildad es muy importante en este proceso de renovar tu relación con Dios. ¿Por qué? Porque la humildad es lo que te lleva al lugar donde quieres entregar tu vida a Dios. Santiago declaró esta importante verdad dos veces en su breve epístola. Él dijo: “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). ¿Necesitas la gracia de Dios para cambiar? ¡Absolutamente! 

Luego, de nuevo, en unos pocos versículos cortos, Santiago ordena a sus lectores: “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará” (Santiago 4:10). ¿No es esto exactamente lo que quieres? Necesitas que Dios te levante y te dé la gracia que necesitas para cambiar tu actitud y comportamiento. 

La humildad es simplemente ser honesto consigo mismo acerca de tu necesidad. Cuando ves la falta de amor en tu corazón hacia tu cónyuge, la falta de voluntad para dar, o tu intenso resentimiento o egoísmo, estas cosas revelan tu necesidad personal. La humildad te llevará a los pies de Cristo en busca de ayuda. 

4. Reconoce tus faltas ante Dios y pídele perdón. 

 La humildad también te llevará a reconocer tus faltas ante Dios y pedirle perdón. El orgullo te hace pensar todo lo contrario sobre ti mismo. Si estás pensando, puedo manejar estos problemas en mi matrimonio, no necesito a Dios, ¡eso es orgullo! Pero la realidad es que, si hubieras podido manejar estos problemas por tu cuenta, ¿por qué no lo has hecho hasta ahora? ¿Por qué han empeorado tus problemas maritales? La respuesta es simple; necesitas la ayuda de Dios y Su poder. 

Recuerda, no mires las faltas de tu pareja, primero considera las tuyas. Permite que el Espíritu de Dios facilite una autorreflexión sincera y honesta. Una vez que veas tus faltas ante Dios, todo lo que debes hacer es pedir Su perdón. Al experimentar el perdón de Dios tendrás un corazón justo delante de Él. Dios está listo y dispuesto a perdonar todos y cada uno de tus pecados. David dijo: “Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan” (Salmo 86:5). A lo largo de las Escrituras, lo único por lo que Dios tiene prisa es por perdonar. La palabra grande se refiere a la multiplicación de la misericordia de Dios por decenas de miles de veces, una y otra vez. ¡Qué promesa es esta! ¡Qué misericordia es esta! Acepta la Palabra a Dios, y pídele Su misericordia y perdón.

5. Ahora ve y reconoce tus faltas delante de tu cónyuge y pídele perdón.             

Tomar esta acción es el primer paso para restaurar la relación con tu pareja. Esto es tan importante como reconocer tus faltas ante Dios. ¿Por qué? Porque si no tienes una relación genuina con tu cónyuge, no tienes una relación genuina con Dios. Es por eso que Jesús ordenó a los creyentes que primero se reconciliaran con quienes estaban en conflicto, antes de buscar la comunión con Él. Jesús lo dijo de esta manera: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda

(Mateo 5:23-24). En otras palabras, Jesús les dice: “Primero arregla tu relación con tu hermano, y luego ven a verme”. 

Santiago también ordenó a los creyentes: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16). Una vez que hayas confesado tus faltas a tu cónyuge, pídele que ore contigo para renovar tu relación con Dios y pídanle sanación para su matrimonio. 

Tener y mantener una relación genuina con tu cónyuge es una de las verdades más importantes que debes comprender para tu matrimonio. Debes reconocer que la relación de amor con tu cónyuge es un reflejo de la profundidad de tu relación de amor con Dios. Este conocimiento debe producir una verdadera humildad en tu corazón. El apóstol Juan escribió: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:20-21). Juan ilustra una ecuación simple en estos versículos. Si verdaderamente tienes una relación de amor con Dios, también debes amar a tu hermano. Tu hermano, obviamente, también puede referirse a tu cónyuge. 

¿Por qué es tan vital reconocer tus faltas para renovar tu relación con Dios y tu cónyuge? Confesar tus faltas a tu pareja demuestra que eres sincero y honesto ante Dios. También es prueba de tu sinceridad con tu pareja. Tanto Dios como tu cónyuge conocen la realidad de lo que ha sucedido en el matrimonio, así que cuando dices la verdad de esta manera, ambos saben que tu arrepentimiento es real. 

6. Determina exactamente lo que necesitas hacer para cambiar.  

¿Cómo puedes saber específicamente qué necesitas cambiar en tu relación con Dios y con tu cónyuge? Haz una lista de todas las cosas que ya le has confesado a Dios y a tu cónyuge. Esto te ayuda a ver las cosas con claridad y permite el cambio en tus acciones futuras. Luego comienza a pedirle a Dios el poder de Su Espíritu para que te ayude a realizar los cambios necesarios. Lo más sencillo sería simplemente, hacer exactamente lo contrario de tu lista de fallas. Este es el significado del arrepentimiento. La palabra arrepentirse significa dar la vuelta e ir en la dirección opuesta. El verdadero arrepentimiento resulta de cambiar primero lo que piensas de tu pecado. En lugar de excusas y autojustificaciones, pensarás solo en cómo tu comportamiento ha ofendido a Dios y a tu cónyuge. El verdadero arrepentimiento de tus actitudes y acciones cambiará todo en tu vida y en tu matrimonio. Pedro dijo a los primeros creyentes: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados, para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19). ¡Estos tiempos de refrigerio te están esperando! 

7. Vuelve a orar y a leer tu Biblia diariamente.  

 Para mantener tu corazón y tu mente en el lugar correcto, debes convertirte en un hombre o una mujer de oración, y plantar la Palabra de Dios en lo más profundo de tu ser.  El salmista declaró: … Te he llamado, oh Jehová, cada día; He extendido a ti mis manos. (Sal. 88:9).  ¿Extiendes a Dios tus manos en oración todos los días? ¡Espero que ores muchas veces a lo largo del día! Es así como puedes experimentar un toque refrescante del Espíritu de Dios cada vez que surja la necesidad. 

Lucas también explicó que dedicar un tiempo diariamente, a la Palabra de Dios era esencial para seguir al Señor. Él escribió acerca del pueblo de Berea:  Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así(Hechos 17:11).  La palabra nobles significa tener una mente más abierta a las cosas de Dios, debido a un carácter honrado. Cuanto más piadoso sea tu carácter, mayor será tu hambre por la verdad y el conocimiento de Dios. Por lo tanto, aparta un tiempo todos los días, para que puedas escuchar lo que Dios quiere hablarle a tu corazón. La oración te permite hablar con Dios, y leer tu Biblia es la forma en que permites que Dios te hable. ¡No te pierdas esta bendición! 

Déjame advertirte en este punto. Si fallas en buscar la instrucción y el poder de Dios diariamente, te garantizo que todas tus malas actitudes y hábitos regresarán. La Biblia enseña que el corazón del hombre es propenso a alejarse de Dios. ¿Por qué? Porque tu corazón es propenso a amar otras cosas más que a Dios (Jeremías 14:10). Si no buscas al Señor con todo tu corazón, seguramente regresarás a tus viejos caminos. Por eso David oró: Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos” (Sal. 119:10)! 

8. Vuelve a la iglesia.  

Otro principio, muy importante, que te ayudará en gran medida a corregir tu vida y a no desviarte del camino es la asistencia regular a la iglesia. Dios instituyó la iglesia para fortalecer y edificar tu fe. La iglesia es el medio principal para enseñarte la Palabra de Dios y donde aprendes a aplicar Su verdad en tu vida. Dios quiere revelar Su verdad a tu corazón. Tu pastor debe poseer el don de la enseñanza que producirá este fruto de entendimiento. Pablo declaró a Tito: “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación que me fue encomendada por mandato de Dios nuestro Salvador ” (Tito 1:1-3). La palabra manifestó en este pasaje significa dar a conocer o revelar la verdad de Dios. Al escuchar la predicación ungida, debes tener una revelación de lo que significa la Palabra de Dios y cómo debe aplicarse a tu vida. Esta es también la razón por la cual el apóstol advirtió a los creyentes que no se acostumbraran a dejar de congregarse: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca (Heb. 10:25). Cuando dejas de reunirte con otros creyentes en la iglesia, estás literalmente abandonando la ayuda y el ánimo que necesitas en tu propia vida cristiana y matrimonio. ¡Dos creyentes fuertes siempre equivalen un matrimonio fuerte! 

9. Así como lo has recibido, dáselo ahora a tu cónyuge.  

Una vez que estés recibiendo diariamente del Señor, solo entonces podrás dar a tu cónyuge y familia el amor, la gracia y la misericordia que ellos necesitan. ¿Recuerdas la parábola del siervo malvado que no perdonó a los demás como él había sido perdonado? ¿Qué le dijo Jesús? ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? (Mat. 18:33) Si quieres renovar tu relación con Dios y con tu pareja, debes recordar esta ecuación. “Así como” Dios se ha compadecido de ti y te ha perdonado, te ha ayudado, te ha amado y te ha dado a ti, haz lo mismo con tu cónyuge. Al hacerlo, ¡tu matrimonio crecerá y será bendecido! 

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