CÓMO LIDIAR CON UN CÓNYUGE QUE TE MALTRATA EMOCIONAL Y VERBALMENTE.
Si has elegido leer este artículo, es muy probable que te encuentres viviendo una pesadilla en tu matrimonio. Nunca te imaginaste que estarías en una relación abusiva y ahora te preguntas, qué puedes hacer. La pregunta te ha llevado a buscar una respuesta a tu dilema. ¿Cómo lidiar con un cónyuge que te maltrata emocional y verbalmente? ¿Soportas el maltrato o lo afrontas? ¿Te marchas de la casa o te aguantas? He aconsejado a hombres y mujeres que han sido victimas de abuso emocional, verbal y físico perpetrado por su cónyuge u otros miembros de la familia. En una reciente encuesta, el 26% de muchachas adolescentes reportaron haber soportado, repetidas veces, abuso verbal en una relación (Safevoices.org). Casi la mitad de mujeres y hombres en los Estados Unidos experimentarán agresión psicológica por parte de una pareja íntima en su vida (CDC [Centro Para el Control y la Prevención de Enfermedades], 2010). Un estudio de EE.UU., con más de 92.000 encuestados, publicado en la revista médica, American Journal of Public Health en abril de 2004, reveló lo siguiente: las mujeres de 50 años o más, reportan haber sufrido abuso físico y verbal con estadísticas similares a las de mujeres más jóvenes. Es necesario concluir que las relaciones abusivas son más comunes de lo que estamos dispuestos a admitir.
¿Por qué incorporo el maltrato emocional y el verbal en un solo tema?
Porque estos dos aspectos del maltrato siempre ocurren juntos. La persona abusiva usa palabras para agredir, manipular o controlar emocionalmente a otra. La única excepción es cuando usa el silencio para castigar y maltratar. En la Biblia, Dios relaciona el maltrato emocional con el verbal. Salomón declaró: «El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda alivio» (Pr. 12:18 NVI). Salomón enseña que las palabras hieren emocionalmente como una espada y van directamente al corazón de la persona. David enseñó lo mismo. Dijo que sus enemigos «...afilan su lengua como espada y lanzan palabras amargas como flecha» (Sal. 64:3). Las palabras amargas dañan emocionalmente, al igual que una espada o una flecha perfora físicamente. El maltrato emocional y verbal causa mucho daño a la mente, las emociones y al espíritu.
¿Cómo se define el maltrato emocional y verbal?
¿Se puede categorizar a una persona como abusiva porque ocasionalmente se enoja contigo o te dice algo cortante? No. Todos nos enojamos con los demás y decimos cosas de las cuales nos arrepentimos. Esto es ser humano. El abuso emocional y verbal es cuando tu cónyuge te maltrata verbalmente, ataca con desdén tus abilidades, critica tu apariencia o te censura constantemente. El abuso es cuando tienes que soportar arranques de insultos, comentarios encubiertos o sutiles que te hacen sentir que no eres nada y no vales nada. También es abuso emocional cuando un cónyuge descuida a su pareja, ignora sus necesidades y luego la culpa por actuar de esa manera. El abuso es una conducta controladora y manipuladora que te hace sentir como un esclavo en esa relación. Con el tiempo, el maltrato verbal y emocional, por lo general, se intensifican. El maltrato verbal puede comenzar con desprecios disfrazados como bromas, pero tú sabes que no es una simple broma. A veces el maltrato emocional y verbal se intensifica y se convierte en maltrato físico—este comienza con un codazo "inadvertido", empujones o bofetadas que se intensifican y se vuelven puños cerrados u objetos lanzados. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, en el transcurso de su vida, 1 de cada 4 mujeres y 1 de cada 7 hombres será victima de violencia física intensa perpetrada por su pareja (CDC 2010). Es obvio que todo tipo de maltrato es muy común en nuestra sociedad. Todos estos tipos de conducta abusiva no encajan en una relación amorosa. Lee 1 Corintios 13 y claramente verás que ninguno de estos comportamientos abusivos encajan en este capítulo.
¿Menciona la Bibia el maltrato emocional y verbal?
Sí, los menciona. No los llama maltrato emocional o verbal, pero describe este comportamiento como algo pecaminoso y perverso; y manda que la persona se arrepienta y abandone esa conducta. La Biblia se refiere a esta conducta como: ira, enojo, malicia, insultos, hipocresía, envidias, engaño, difamación y lenguaje ofensivo (Col. 3:8; Ef. 4:29-31; 1Ti. 4:2; 1P. 2:1; 1P. 3:10).
¿Tiene la Biblia ejemplos de personas que maltratan a otros, emocional o verbalmente? ¡Claro que sí! A medida que leas estos pasajes, quiero que observes cómo Dios habla de ellos y, en algunos casos, cómo lidió con el individuo abusivo.
El primer ejemplo que quiero que consideres es lo que dicta la ley Mosaica cuando un hombre toma una esposa, descuida sus necesidades básicas y no cumple con su compromiso de cuidarla. Dios describe estas necesidades básicas al decir: «no podrá privar a su primera esposa de sus derechos conyugales, ni de alimentación y vestido. Si no le provee esas tres cosas, la mujer podrá irse sin que se pague nada por ella» (Éx. 21:10-11 - NVI). En otras palabras, si un esposo decidía no darle de comer a su esposa, no proporcionarle ropa o si la rechazaba sexualmente, ella tenía el derecho de dejar el matrimonio. Dios le dio a la mujer el derecho de abandonar el matrimonio hace 3.300 años. Considera la justicia de Dios al otorgarle a las mujeres este derecho civil comparado con nuestro gobierno que les dio el derecho de divorciarse de su esposo a principios del siglo 1900. El Señor lo hizo por la severidad del abuso físico y emocional perpetrado por el esposo. Esto establece claramente que, de acuerdo con Dios, el matrimonio conlleva obligaciones mutuas. Si uno de los dos rompe el pacto por infidelidad, negligencia, falta de apoyo o rechazo sexual, lo cual demuestra crueldad, esta persona ha roto el pacto matrimonial.
El segundo ejemplo es la relación entre el rey Saúl y David. Saúl era un hombre brusco y abusivo, tanto verbal como emocionalmente. Le daban arranques de ira y, en un dos por tres, menospreciaba a su propio hijo o a David. Era embustero y manipulador. Era tan vengativo que trató de matar a David varias veces y, por aproximadamente 10 años, lo persiguió por todo el territorio de Israel. David estimaba a su rey, pero Saúl sentía envidia y odio por David. ¿Qué hizo Dios para proteger a David? Le mostró que debía alejarse de Saúl (1S. 20:1-42). Luego protegió a David cada vez que Saúl lo acorralaba. Para entender más a fondo la naturaleza del abuso en la vida de Saúl y David, lee mi artículo, Cómo lidiar con un cónyuge agresivo. Al final, Dios destronó a Saúl cuando murió en la batalla contra los filisteos.
El tercer ejemplo es Nabal y su esposa Abigail. Nabal era un pastor próspero de ovejas y cabras en Israel. Pero Nabal era notorio por ser un hombre áspero y malo (1S. 25:3). La palabra áspero significa que Nabal era cruel y severo con un temperamento difícil. La palabra malo significa que causó daño a otros. Abigail incluso llamó a su esposo un hombre indigno, que significa despreciable. Dijo: «conforme a su nombre, así es». El nombre Nabal significa insensato. Abigail reconoció que él era un hombre insensato, despreciable y desagradable con todos, incluso con ella. ¿Qué hizo Dios con este hombre? La Bibia dice: «...el Señor hirió a Nabal, y murió» (1S. 25:38). Obviamente, a Dios no le agradó el comportamiento de este hombre.
El cuarto ejemplo son los maridos de la época de Malaquías. Dios envió a Su profeta para reprender a estos hombres por ser desleales con sus respectivas esposas. No las consideraban sus compañeras (alguien con quien estaban unidos) y se divorciaban de ellas sin causa (Mal. 2:14-16). Dios les dijo que esto lo ofendía y por esa razón no respondía a sus oraciones ni a sus lágrimas con las que cubrían Su altar (Mal. 2:13).
Estos ejemplos dan a entender que las personas que abusan de otros emocional o verbalmente, no agradan a Dios; y Él dio instrucciones específicas para liberar a las personas de este tipo de relaciones destructivas.
¿Por qué una persona abusa, emocional o verbalmente, de otra?
1. Los ofensores están quebrantados por dentro. Las personas abusivas tienen un problema espiritual y del alma. Es por eso que Dios les dijo a los maridos por medio del Profeta Malaquías: «Presten atención, pues, a su espíritu» (Mal. 2:15). Muchas veces, las personas abusivas han sido victimas de abuso, pero no han acudido al Señor y no le han permitido que sane sus corazones heridos. No tienen nada que dar a los demás; solo reciben y ofenden hasta que su cónyuge no soporta más. La Biblia claramente dice que no puedes dar lo que no tienes. Pablo dijo: «Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí» (1Co. 15:3). Nadie puede amar o dar a los demás, a menos que primero haya recibido del Señor. Cristo vino a sanar a los quebrantados de corazón; y eso es lo que el ofensor necesita primero, y lo que debe recibir (Lc. 4:18 RVR '60).
2. Los ofensores son muy buenos para atribuir la culpa a los demás. Por lo general, las personas abusivas son elocuentes y astutas. Saben cómo voltear una conversación para hacer creer a su cónyuge que es él/ella quien siempre tiene la culpa. Los ofensores niegan rotundamente que tienen un problema y están más que dispuestos a acusar a su cónyuge del problema. La atribución de culpa fue la primera indicación visible del pecado después de la caída del hombre; reveló el engaño dentro de Adán y Eva. Cuando Dios vino a Adán y le preguntó qué había hecho, él basicamente le dijo: «Es la mujer que me diste». Adán culpó a su esposa y a Dios a la misma vez. La mujer también culpó al diablo por su pecado (Gn. 3:12-13). Por consiguiente, una persona que abusa de otra lo hace simplemente porque se niega a aceptar la verdad. El Señor debe revelar Su verdad al ofensor para que pueda ser salvo y transformado. Pero esto requiere sinceridad y quebrantamiento por el pecado que ha cometido y está cometiendo.
3. Los ofensores son dominantes y controladores. El ofensor usará falsedades y atribuirá la culpa a otros para controlar a su cónyuge. Su intención y su deseo es controlar a los demás. Es una persona insegura y piensa que de esa forma tendrá cierta seguridad. ¡Tiene que controlarte! Este era el problema que el rey Saúl tenía con David. Saúl se sentía seguro solamente cuando tenía la admiración del pueblo y podía controlar a David.
4. Las tácticas del ofensor. El ofensor usa una variedad de métodos no violentos para mantener a su pareja bajo control. Puede socavar la autoestima de su pareja con las críticas constantes y los insultos. La intimida a gritos, usa lenguage corporal agresivo o blande armas. También puede aislar a su cónyuge de sus amistades y parientes, insistir en estar al tanto de todos sus movimientos, o mantenerlo(a) dependiente de él/ella al negarle acceso a las finanzas de la familia. Aisla a su pareja al impedirle que tenga un empleo. La humilla burlándose de ella en frente de amigos o familiares. A veces la manipula y la hace realizar actos sexuales degradantes que violan su conciencia. Incluso puede tratar de controlar a su pareja con amenazas de lastimarla, lastimar a un ser querido o hasta a su mascota. En casos extremos, he tratado con personas que incluso amenazan con suicidarse si la pareja se va o si le cuenta a otros de sus acciones. Si el ofensor profesa ser cristiano, por lo general, suele ser muy hábil para tergiversar las Escrituras y hacer que su cónyuge se someta a su comportamiento pecaminoso. Esto es lo peor de todo porque usa a Dios y a Su Palabra como una arma contra ti. ¡No te sometas a estas tácticas!
Respuestas a algunas preguntas difíciles.
1. ¿Tiene alguna culpa la victima del abuso? Si permites que el abuso verbal y emocional continúe, entonces sí tienes culpa en esto. Si te quedas callado(a) y das excusas para justificar a tu cónyuge, debes aceptar parte de la culpa por lo que te sucede a ti y a tus hijos. Dios mandó que debes confrontar a las personas que te ofenden. Y si no se arrepienten, debes involucrar a otros, incluso a la iglesia, para llevarlos al arrepentimiento (Mt. 18:15-17). Dios no te ha llamado a someterte a este tipo de tratamiento. Te ha llamado a estar en un lugar seguro y Él te guiará a ese lugar (Sal. 12:5).
2. ¿Debe la persona maltratada simplemente someterse al abuso? Cuando abordo este tema, algunas personas me dicen: «Pero, ¿no enseña la Biblia que Jesucristo sufrió injustamente, lo aceptó y soportó con paciencia? Entonces, ¿Por qué no debo aceptarlo con paciencia?» Sí, esa es la enseñanza que se encuentra en 1P. 2:18-25. Pero, el problema es que cuando las personas hacen esta comparación, ¡están comparando dos cosas muy distintas! Pedro se refiere a los esclavos que no tenían la oportunidad de cambiar sus circunstancias. Este pasaje no se puede usar con referencia al matrimonio porque la pareja celebró un pacto de responsabilidad mutua en la relación matrimonial. Los dos prometieron amarse, honrarse y apreciarse mutuamente. Es por esta razón que Dios condena a los maridos en el libro de Malaquías capítulo dos, porque fueron desleales con sus esposas. En la actualidad, el pasaje en 1Pedro 2 corresponde más a una persona en la prisión que a un matrimonio.
¿Qué debes hacer si sufres maltrato?
1. No te quedes callado(a). Si después de hablar con tu cónyuge en privado no hay ningún cambio, debes dirigirte a tu pastor o a uno de los ancianos de tu iglesia y explícales lo que está sucediendo. Pídele a tus líderes espirituales que se involucren (Mt. 18:15-17).
2. Anima a tu cónyuge a obtener asesoramiento psicológico con alguien que esté familiarizado con el abuso verbal y emocional. Es tu cónyuge quien tiene el problema. Asegúrate de tener acceso a este consejero para poder verificar el progreso de la terapia y dar la información detallada de lo que has estado viviendo (Pr. 15:22).
3. Determina si es necesario marcharte. ¿Cómo se toma esta decisión? Es muy sencillo. Si tu cónyuge no admite que hay un problema y no quiere ayuda profesional, entonces debes buscar un lugar seguro. En Génesis 16:6, Agar huyó del maltrato cruel de Sarai. El conflicto entre Agar y Sarai es muy interesante porque en su primer conflicto, Dios hizo que Agar regresara y se reconciliara. Pero cuando la situación empeoró, la sacó permanentemente del hogar (Gn. 16:5-9; Gn- 21:10). Además, ya vimos cómo David siguió la instrucción de Dios y prudentemente huyó de Saúl cuando éste trató de matarlo (1S. 19:10). Incluso, Jesucristo se protegió al negarse a caminar abiertamente entre los judios que querían matarlo (Jn. 11:53-54).
4. Busca el apoyo y la seguridad que necesitas. Dios quiere apoyarte y sanar tu corazón quebrantado (Lc. 4:18). Quiere que tú y tus hijos tengan un lugar seguro. El Señor prometió a los hijos de Israel que les daría la tierra de Israel para que «habiten seguros» (Dt. 12:10). Observa lo que Dios prometió a aquellos que fueron oprimidos por otros: «Por la desolación del afligido, por los gemidos del menesteroso, Me levantaré ahora», dice el Señor; «lo pondré en la seguridad que anhela» (Sal. 12:5). Deja que el Señor te ponga en la seguridad que anhelas.
¿Puede cambiar la persona abusiva?
Sí, pero para eso varias cosas tienen que suceder.
1. El ofensor tiene que admitir, sin excusas, que ha estado actuando de manera abusiva. Tiene que haber un reconocimiento sincero de la conducta abusiva. Esta admisión la debe hacer delante del consejero y en tu presencia. La Biblia instruye a las personas lo que deben hacer: «confiésense unos a otros sus pecados» (Stg. 5:16 NVI).
El mejor ejemplo bíblico de la transformación de un ofensor es el apóstol Pablo. Él reconoció con sinceridad que había sido una persona abusiva. Dijo: «aun habiendo sido yo antes blasfemo, perseguidor y agresor. Sin embargo, se me mostró misericordia porque lo hice por ignorancia en mi incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante, con la fe y el amor que se hallan en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero. Sin embargo, por esto hallé misericordia, para que en mí, como el primero, Jesucristo demostrara toda Su paciencia como un ejemplo para los que habrían de creer en Él para vida eterna» (1Ti. 1:13-16). La palabra agresor en el idioma original significa una persona arrogantemente violenta o abusiva. Observa que Pablo confiesa sus acciones en su vida previa, y el hecho de que obviamente había cambiado. Por lo tanto, ¡sí, es posible! Pero Pablo tuvo que abandonar su vida egoísta a cambio de una vida con Cristo en el trono de su corazón. Se requiere humildad, sinceridad y la confesión del pecado.
2. Arrepentimiento total ante Dios. El ofensor no puede simplemente murmurar un apresurado: «Lo siento, no lo volveré a hacer, ahora regresemos a casa». Esto no es arrepentimiento. El arrepentimiento requiere acciones visibles para demostrar que es un arrepentimiento genuino. Pablo estableció esto claramente cuando habló con el rey Agripa y le dijo que los hombres debían «arrepentirse y volverse a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento» (Hch. 26:20). Un apresurado «lo siento» no es suficiente.
Recuerda que el rey Saúl varias veces le dijo «lo siento» a David y luego lo volvía a hacer. Hay una gran diferencia entre la tristeza conforme a la voluntad de Dios y la tristeza del mundo (2Co. 7:9-10). Pablo lidió con este mismo problema en la iglesia de Corinto. Esta fue la razón por la cual las cosas no cambiaron mucho. No hubo tristeza que produjera un verdadero arrepentimiento.
Esta tristeza piadosa requerirá que el ofensor entienda plenamente por qué se comporta de esa manera. ¿Qué golpes en su vida necesita sanar Dios? ¿Cómo se despoja alguien de la vieja naturaleza y de sus obras para ser renovado en el espíritu de su mente (Ef. 4:20-23)? Es esencial aprender a vencer la naturaleza pecaminosa y a caminar en el poder del Espíritu (Ro. 6:14). Para facilitar este entendimiento, sugiero mi serie de videos, Winning Your Personal Battles (versión en inglés) que se encuentra en el canal de YouTube de Calvary Chapel Arroyo Grande, o en la siguiente dirección de internet: https://www.youtube.com/playlist?list=PLdBZX8AQZyF2GvF0JRGxpGmFqgAqS6yCe Si quieres profundizar en este tema, lee mi libro Winning Your Personal Battles (versión en inglés) en Amazon.com. Esta serie abarca muchos temas que te ayudarán enormemente en tu crecimiento personal y en tu madurez.
3. El fruto visible del arrepentimiento. ¿Cómo sabes que el arrepentimiento es genuino? Se requiere tiempo. Dios le dijo a la iglesia de Tiatira que le daría «tiempo para arrepentirse» de su inmoralidad sexual, pero no se arrepintió (Ap. 2:21). Los frutos del arrepentimiento deben ser visibles a lo largo del tiempo para comprobar que el arrepentimiento es verdadero. Esto es exactamente lo que Dios dijo por medio de Juan Bautista cuando les rogó a los líderes religiosos de su época a arrepentirse. Les dijo: «Por tanto, den frutos dignos de arrepentimiento» (Mt. 3:8). El arrepentimiento genuino será verificado por el fruto en la vida de tu cónyuge.
4. Si todo marcha bien, una lenta reunificación. Yo recomiendo que le des un largo período de tiempo a tu cónyuge para que reciba considerable asesoramiento y pueda tratar plenamente todos los problemas. Una vez que tu consejero y tu trato personal con tu pareja te convenzan de que realmente hay un cambio, entonces puedes comenzar a tener muchas citas con tu cónyuge para pasar tiempo a solas. Luego, juntos busquen asesoramiento con tu pastor o con un anciano de tu iglesia. Esto te da tiempo para tratar a tu cónyuge en las sesiones de consejería en un ambiente de responsabilidad mutua para abordar cualquier problema que sigas teniendo con la conducta abusiva de tu pareja. Después, pueden pasar tiempo juntos en paseos familiares con sus hijos para que puedas observar los cambios en todas las relaciones interpersonales.
Recuerda una de las promesas más impactantes de Jesucristo. Sus discípulos le preguntaron, «Entonces, ¿quién podrá salvarse?» (Mt. 19:25). Jesús los miró y dijo: «Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible» (Mt. 19:26). Sin el Señor, tienes pocas esperanzas de ver un cambio verdadero en tu cónyuge y la reconciliación de tu matrimonio. Pero, ¡con Dios, todo es posible! Él solo necesita dos personas con buena voluntad. Necesitan el poder del Dios viviente para que obre en y por medio de ustedes. Esta es la única manera de cambiar esta horrible situación matrimonial. No te impacientes con el proceso. La transformación de ambos corazones toma tiempo. Deja que Dios haga Su obra.
AMOR DE POR VIDA © 2017