Mateo 7:1-5
En el capítulo 7 del evangelio de Mateo, el Sermón en el Monte continúa con el mismo tema de cómo un discípulo verdadero debe vivir y seguir a Cristo. Recuerda, en el capítulo 5 Jesús describe cómo debe ser la actitud y el corazón de un creyente. En el capítulo 6 explica cómo mantener puros los motivos mediante la oración y cómo centrarse en las recompensas eternas que les espera a los creyentes. Luego les advierte sobre la hipocresía, el temor, la preocupación y la búsqueda de cosas materiales. Ahora en el capítulo 7, Jesús continúa recordando a los discípulos que deben de tener una justicia que supere la de los escribas y los fariseos porque el corazón de los discípulos ha sido transformado. El tema general del Sermón en el Monte es tener una justicia interna que demuestre que Cristo reina en el fuero interno. Es por eso que Jesús advierte a los discípulos a no juzgar a los demás y les instruye cómo mantenerse en el camino estrecho de la vida eterna. A Cristo le preocupan las predisposiciones que destruirán el amor de los discípulos y dividirán sus corazones.
En los primeros cinco versículos del capítulo 7, Jesús aborda el tema de la censura de los demás. Este problema te paralizará, te hará tropezar en tu andar cristiano y te impedirá disfrutar de los planes que Dios tiene para tu vida. Jesús ordenó, “No juzguen para que no sean juzgados. Porque con el juicio con que ustedes juzguen, serán juzgados; y con la medida con que midan, se les medirá. ¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte la mota del ojo,’ cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano". (Mateo 7:1-5) Para que este estudio sea más pertinente en tu vida, quiero que traigas a la mente una discusión reciente o un desacuerdo prolongado que hayas tenido con alguien y aplica los principios a continuación a ese desacuerdo.
La definición de un censurador
Para entender este concepto de la censura o la crítica, debemos definir la palabra juzgar. A lo largo de los años, me he dado cuenta que uno de los mayores problemas en la iglesia es que no entendemos el significado de juzgar. En este contexto en particular, la palabra juzgar es una palabra general que significa censurar o condenar. Probablemente la mejor manera de definir una palabra es ver cómo se utiliza en el resto de la Biblia. Entonces, debemos definir la idea de juzgar conforme a las Escrituras. En Lucas 6:37 Jesús dice lo mismo que dice en este pasaje, pero agrega una oración más. Dice, "No juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados". En este versículo la palabra condenen es la palabra que define el significado de juzgar. Esto se conoce como un paralelismo sinonímico. Aquí es donde Jesús hace una declaración y luego inmediatamente la sigue con una declaración similar o sinónima. Primero ordena no juzgar, y luego da una orden similar y ordena no condenar. La palabra condenar significa censurar a alguien declarándolo culpable, o juzgar a alguien como si estuviéramos en el lugar de Dios y conociéramos su corazón.
Sin embargo, para encontrar un término medio en este concepto, permíteme hacer esta pregunta. Este mandato de no juzgar, ¿significa que no debes tomar una decisión, juzgar ni determinar lo bueno o lo malo de alguna situación? Si alguien afirma algo, ¿puedes juzgar si lo que dicen es cierto o falso? Y si lo haces, ¿los estas juzgando?
Para contestar esta pregunta, veamos otro versículo de la Biblia. En Lucas 12:57 Jesús preguntó a Sus discípulos, "¿Y por qué no juzgan por sí mismos lo que es justo?" En otras palabras, les pregunta, "¿Por qué no juzgan lo bueno?" Obviamente Él quiere que juzguen entre el bien y el mal.
Este modo de juzgar es para hacer una determinación y no para condenar. Este tipo de juicio es el que diariamente debemos ejercer.
También usó esta palabra juzgar para instruir a Simón, el fariseo, sobre el razonamiento analítico. Fue a comer a la casa de Simón y éste lo había condenado en su corazón porque Cristo permitió que cierta mujer ungiera sus pies. En Lucas 7:40-43 Jesús relata una parábola muy simple sobre un acreedor y dos deudores: "Simón, tengo algo que decirte". Entonces le contestó, "Di, Maestro" ."Cierto prestamista tenía dos deudores; uno le debía 500 denarios (salario de 500 días) y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó generosamente a los dos. ¿Cuál de ellos, entonces, lo amará más?” “Supongo que aquél a quien le perdonó más,” respondió Simón. Y Jesús le dijo: “Has juzgado correctamente”. Él nunca hubiera dicho: "Has juzgado correctamente", a menos que, en ciertas circunstancias, debas juzgar con rectitud. Jesús le enseña cómo pensar analíticamente al decidir lo que es justo. Si no juzgas de esta manera, terminarás tomando decisiones muy malas en tu vida.
Otro ejemplo que corrobora lo que digo se encuentra en lo que Pablo escribió en Tito 3:12: "Cuando te envíe a Artemas o a Tíquico, procura venir a verme en Nicópolis, porque he decidido pasar allí el invierno". La palabra decidido en este versículo es la misma palabra griega que en Mateo 7 se traduce como juzgar. En otras palabras, Pablo dice que decidió que aquí es donde debe pasar el invierno.
Además, Jesús enseño a los líderes religiosos, que nuevamente lo estaban condenando, "No juzguen por la apariencia, sino juzguen con juicio justo" (Juan 7:24). Les estaba enseñando que juzgar por apariencia y condenar a alguien sin considerar todos los hechos era juzgar injustamente. Un juicio justo es hacer lo contrario, que es juzgar conforme a los hechos que sabes que son ciertos. Por lo tanto, hay juicios justos que debes ejercer, y hay juicios injustos que debes evitar. ¿Ves la diferencia entre los dos? Es esencial que entiendas este concepto. Hay juicios condenatorios, y hay juicios discernidores o determinantes. Debes ejercer uno y el otro no. Es más, para ejercer el don sobrenatural de discernir los espíritus tienes que determinar cuál espíritu es de Dios y cuál no. Permíteme mostrar cómo funciona esto en las Escrituras.
Después de instruir a los discípulos que no condenen a los demás en Mateo 7:1, Jesús les dice en Mateo 7:15: "Cuídense de los falsos profetas". Pero ¿cómo puedes decidir si alguien es un "falso profeta" si no ejerces un juicio discernidor? Es imposible hacerlo. Es por eso que es importante que comprendas y tengas una perspectiva equilibrada de esta verdad fundamental. Cada uno de nosotros debe estar preparado y dispuesto a discernir entre una enseñanza fiel a las Escrituras y una enseñanza engañosa.
Ya que clarificamos el significado de juzgar, regresemos al tema de juzgar para condenar a otro. ¿Por qué no debes juzgar a los demás con rigidez?
¿Por qué no debes criticar?
El mensaje principal de este pasaje es la explicación que Cristo da sobre el por que no debemos criticar a los demás. ¿Por qué nos manda Jesús que vivamos de esta manera? En este texto Jesús nos da cinco razones por las cuales no debemos juzgar con rigidez.
- No debes juzgar porque es un mandato de Jesús. La simple razón por la que debes dejar de criticar a los demás es porque ¡Jesús dijo que dejaras de hacerlo! Él dijo, "No juzguen para que no sean juzgados". Está perfectamente claro. Es un mandato directo de Cristo. ¡No lo hagas! Si en tu corazón estás condenando a alguien, ¡deja de hacerlo! ¡Es pecado desobedecer un mandato directo de Cristo! Su mandato debe ser más que suficiente. Él dijo: No lo hagas. Tienes que elegir si obedecerás o rechazarás este mandato.
- No debes juzgar porque Dios te juzgará con la misma medida. Esto te debe llenar de un piadoso temor a Dios. Jesús dijo: "Porque con el juicio con que ustedes juzguen, serán juzgados; y con la medida con que midan, se les medirá". Las palabras midan y medirá tienen la misma raíz griega. Entonces, el juicio o criterio que uses para medir a los demás es el mismo juicio que se usará contigo. Lo que des a una persona es lo que recibirás. ¿Qué quiere decir Cristo con esto? ¿Cómo es que el Señor te medirá con la medida con que mides a los demás? Es un concepto muy simple. Es el concepto de sembrar y cosechar que se ve a lo largo de las Escrituras. Pablo instruyó: "No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará" (Gálatas 6:7). Hay muchos pasajes en la Biblia en los que se encuentra esta enseñanza. Aquí en el Sermón del Monte, Jesucristo instruye que si no perdonas a otros, entonces Él no te perdonará (Mateo 6:15). ¿Qué pasa si el Señor no te perdona? Tu vida espiritual se secará. Te sentirás muerto por dentro. Continuarás con las formalidades de un creyente, pero te faltará algo.
Sin embargo, sembrar y cosechar también tiene un lado positivo. En Lucas 6:36-38, Cristo instruyó sobre el mismo concepto. Dijo, "Sean ustedes misericordiosos, así como su Padre es misericordioso. No juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados. Den, y les será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en sus regazos. Porque con la medida con que midan, se les volverá a medir". Observa lo que Jesús dice que debes hacer en lugar de juzgar. Debes ser misericordioso y generoso, así como tu Padre lo es contigo. Si mides la misericordia y lo que das a los demás, tu Padre usará la misma medida contigo. Mi pastor, Chuck Smith, solía decir: "Nunca darás más que Dios porque Él nunca será tu deudor". ¿Cómo quieres que te trate el Señor? ¡Trata a los demás de la misma manera!
También hay una recompensa eterna en sembrar y cosechar. El Señor habla de este principio en Apocalipsis 18:5-8 cuando habla sobre el misterio de la gran Babilonia y del juicio que vendrá sobre este sistema mundial que rechaza a Cristo. Juan dice: " porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga". Observa que los pecados de Babilonia han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Él le dará a ella tal como ella ha dado a otros y le pagará el doble según sus obras. Con la misma medida con la que ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, se medirá para darle tormento y llanto. Por lo tanto, sí hay siembra y cosecha terrenal y también una recompensa eterna. El mensaje de la Biblia está muy claro, trata a los demás como quieres que Dios y las demás personas te traten a ti.
- No debes juzgar porque es hipocresía. Observa como comienza Jesús el versículo cinco. "¡Hipócrita!" Es una palabra punzante, ¿no crees? Está destinada a ser directa y al grano. Jesús instruye que si juzgas y condenas a los demás, estás actuando con hipocresía. ¿Por qué? Porque no te das cuenta de que tú haces las mismas cosas. Has cometido el mismo pecado en el pasado, lo estás cometiendo en ese momento o lo cometerás en el futuro. ¿Por qué? Porque somos pecadores. Todos somos pecadores por naturaleza. Todos somos iguales. Pero una actitud censuradora no te permite ver tu pecado. ¿Recuerdas lo que el fariseo censurador le dijo a Dios en oración? "Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres" (Lucas 18:11). La verdad es que sí somos como los demás hombres. Si permites que tu actitud censuradora se enraíce en tu corazón, comenzarás a actuar con hipocresía.
Pablo advirtió a los romanos sobre la actitud censuradora. Les dijo, "Por lo cual no tienes excusa, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas, pues al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque tú que juzgas practicas las mismas cosas" (Ro. 2:1). Te sugiero que coloques tu nombre en este versículo para que veas el impacto y la intención del mensaje. Por lo cual no tienes excusa, oh _________, quienquiera que seas tú que juzgas, _________ al juzgar a otro, a ti mismo te condenas, porque __________,tú que juzgas practicas las mismas cosas. Tienes que ver que tú también fracasas de la misma manera y al mismo grado que los demás. Entonces, cuando ves el pecado de alguien y piensas: yo nunca haría algo así, que Dios te convenza del pecado en tu corazón de inmediato porque, lo has hecho o has pensado hacerlo. Así que ten cuidado. "Por tanto, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga" (1 Corintios 10:12). Debes tener un corazón humilde porque necesitas la gracia de Dios, ¡tanto como cualquier otra persona!
- No debes juzgar porque el fariseísmo te cegará espiritualmente. Jesús dijo, "¿Por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte la mota del ojo,’ cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano" (Mateo 7:3-5). Observa la enseñanza de Jesús en esta simple ilustración que trata con sacar la mota del ojo de otra persona mientras que tú tienes una viga en tu propio ojo. Esta es una hipérbole. La hipérbole es una figura retórica que consiste en exagerar lo que se dice y Jesús la usó en todo su ministerio. ¿Por qué? Porque la hipérbole atrae tu atención. Es una ilustración que te hace ver lo absurdo que es tratar de sacar la astilla del ojo de tu hermano cuando tú tienes un madero atorado en tu ojo. ¿Por qué es absurdo? ¿Cómo podrás ayudar a tu hermano si tu ceguera te impide ver tu propio problema? Observa la solución de Cristo en el versículo 5. "Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano". No podrás ver claramente hasta que saques la viga de tu propio ojo. Claridad para ver la situación como realmente es, requiere que primero me examine a mí mismo y examine mis propias faltas. Por lo tanto, la próxima vez que tengas un conflicto con alguien, o cuando guardes resentimiento en tu corazón, primero pregúntate, ¿en qué momento no amé o no di como era debido? ¿Qué debía haber hecho? ¿En qué situación no escuché como era debido? ¿En qué momento tuve una mala actitud? ¿Qué hice mal? Reconoce esto ante Dios y pídele perdón. Después, ve y confiesa tu falta a la persona con la que tuviste el conflicto (Santiago 5:16). Estos son los pasos que necesitas tomar para sacar la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para poder resolver el problema con tu hermano.
Ahora, una de las características de los fariseos era la ceguera espiritual. En Mateo 23:24 Cristo los llamó: "¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito y se tragan el camello!". Aquí, Él usa la hipérbole de nuevo. Los mosquitos y los camellos se consideraban animales inmundos. ¿Qué quiso decir Jesucristo con esto? Los fariseos tomaban coladores y filtraban cualquier líquido que bebían para asegurarse de que no consumían ni el más pequeño mosquito. Hacían esto porque eran muy meticulosos en la observación de la ley que les prohibía comer algún animal inmundo. Pero, luego, se tragaban un camello. En otras palabras, Jesús decía: Ustedes se enfocan en el más mínimo detalle, pero luego quebrantan las partes más importantes de la ley al no amar, no hacer justicia o no mostrar misericordia a los demás (Mateo 23:23). Además de eso, pasaban por alto el punto más importante. La condenación farisaica de los demás los cegaba. Si hacemos lo mismo, entonces nosotros también pasaremos por alto el punto principal de la vida cristiana. Por lo tanto, es esencial que continuamente saques las vigas que tienes en tus propios ojos y así nunca te convertirás en un fariseo.
Recuerda la enseñanza que se encuentra en Santiago 1:23-24. Santiago advierte a los creyentes, "Porque si alguien es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es" . Es muy fácil ver el pecado de otra persona por medio de una lupa, y no ver en el espejo para ver nuestro propio pecado. Si no quieres ser censurador, entonces mírate en el espejo con regularidad. ¿Cómo te ves en el espejo? Abre tu Biblia y léela todos los días. La Palabra de Dios es el espejo. No puedes leer las Escrituras sin ver cómo se atañen a ti, y sin ser convencido de tu propio pecado. Si logras hacerlo, entonces no estás escuchando la Palabra de Dios con tu corazón. La Palabra de Dios es una espada de doble filo. Es cortante y te debe cortar todos los días. Cuanto más censurador seas, menos la probabilidad de que verás tu propia necesidad y de que madurarás como creyente. Si batallas con la censura, si te hace tropezar, debes reconocer que tienes un problema. Pídele al Señor que cambie la actitud de tu corazón. Dile que estás ciego a tus propias faltas y fracasos, y pídele que abra tus ojos para poder verlos claramente. Pero, ten cuidado de no pasar al otro extremo, que es la condena. Esto no es bueno. Mantén tus fracasos a la luz de Su gracia y sé transformado, no condenado. Luego, sigue mirándote en el espejo de Su Palabra en lugar de usar una lupa con los demás.
- No debes juzgar porque si continúas, no podrás ayudar a nadie más. Amar y ayudar a los demás es el punto más importante de Mateo 7:1-5. Dios quiere que ayudemos y ministremos a los demás. Pero lidiar con las faltas de otra persona es algo muy delicado. Sacar una mota del ojo de alguien es como una cirugía ocular. ¡No permitirías que un cirujano ciego saque un pedazo de metal de tu ojo! ¡Yo no lo permitiría! Entonces, ¿por qué pensamos que podemos ayudar a alguien con sus pecados si no podemos ver los nuestros? Hablando con los fariseos en Lucas 6:39, Jesús "Les dijo también una parábola: '¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?'" Un ciego no puede guiar a nadie a ninguna parte. De la misma manera, primero tengo que verme como realmente soy y resolver el problema en mi propia vida antes de poder decirle a alguien lo que debe hacer. Entonces podré ver claramente para ayudar a mi hermano con su necesidad. Tienes que proceder con delicadeza, sensibilidad y muy despacio cuando comiences a lidiar con la mota en el ojo de otra persona. Primero examina detalladamente tu propio corazón.
¿Cómo puedes juzgar con rectitud?
Finalmente, quiero mencionar unas ideas prácticas para saber cómo juzgar con rectitud. Permíteme dar 5 principios muy simples que te ayudarán a juzgar correctamente.
- Primero debes juzgarte a ti mismo. Cristo estableció esto claramente en el versículo 5 de nuestro texto. Él dijo: "Saca primero la viga de tu ojo". Si dijo que hicieras esto primero, entonces aquí es donde debes empezar. Si quieres juzgar correctamente, esto es lo primero que debes hacer. Pregúntate, ¿dónde he fallado? ¿Qué hice mal? ¿Dónde actué de una manera egoísta o altanera? ¿He hecho algo para causar este problema o dilema que acaba de suceder? Esto se llama examen de consciencia. Creo que el examen de consciencia es la manera más eficaz de lidiar con un espíritu censurador. Cuando te examinas, ves tu propio pecado. Si te ves en el espejo de la Palabra de Dios, no puedes mantener por mucho tiempo esa actitud altanera o censuradora. Cuando sientas esa actitud censuradora o condenadora en tu corazón, o te sientas resentido o irritado, simplemente pídele al Señor que abra tus ojos y te muestre tu propio pecado
Creo que Jesucristo nos dio esta instrucción porque el examen de consciencia es la manera más eficaz de despertar la compasión hacia los demás. La compasión es una de nuestras necesidades más grandes. Necesitamos tener compasión, así como el Señor ha tenido compasión por nosotros. Cuando Cristo instruye a Pedro sobre el perdón, este es precisamente el tema que quiere abordar en el corazón de Pedro. En Mateo 18:33 le cuenta a Pedro la historia de un hombre al que se le había perdonado mucho y luego éste se negó a perdonar una pequeña deuda. Jesús dijo: "‘¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?’" ¿Por qué debes compadecerte de los demás? Porque ves la compasión y la paciencia que Él tiene contigo. Por lo tanto, si tu corazón está endurecido, todo lo que tienes que hacer es orar: "Señor, muéstrame mi propio pecado. Muéstrame cómo he ofendido a los demás de la misma manera". Ahora, recuerda mi advertencia sobre el examen de consciencia. Existen dos extremos. Uno es que no profundizas la mirada en tu corazón y tu examen de consciencia se vuelve muy superficial. He visto personas que vienen a hablar conmigo y me dicen algo que han hecho. Y les digo: "Bien sabes que eso es una patente desobediencia a las Escrituras". Pero la respuesta que me dan es una manera de justificar, excusar y atribuir la culpa a otros por lo que ellos mismos han hecho. La única conclusión es que la persona no reconoce su propio pecado. Este es el fruto del examen de consciencia superficial. El otro extremo es cuando las personas se vuelven tan autocríticas que se condenan al infierno por siempre, porque tropezaron en alguna área en particular. Han tomado la mota en su propio ojo y la han convertido en una viga. Ambos extremos son peligrosos e improductivos para una buena toma de decisiones. Si no te examinas con sinceridad, seguramente te engañarás. Si te vuelves demasiado autocrítico, tropezarás. El equilibrio es esencial.
- No juzgues los motivos. ¿Por qué no debes juzgar los motivos? Porque no puedes ver el corazón de la persona. Es imposible. Sólo Dios puede ver el corazón. Pablo dijo en 1 Corintios 4:5: "Por tanto, no juzguen antes de tiempo, sino esperen hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones". El problema es que nosotros pensamos que conocemos los motivos de la persona. A menos que alguien te diga verbalmente cuál es su motivo, ten cuidado y no des nada por sentado. Si quieres saber, pregúntale a la persona por qué hizo esto o aquello. Pero recuerda que tú no eres Dios. Él es el único que puede ver el corazón de la persona clara y completamente. ¿Cuántas veces has obtenido más información después de haber juzgado los motivos de una persona y piensas: ¡Qué equivocado estaba!?Así que no juzgues tan rápido ni seas duro al juzgar a los demás. Ten cuidado, no juzgues los motivos porque terminarás equivocándote.
- Juzga solamente los hechos. Este principio es esencial para juzgar bien. Juzga solo los hechos de los que estás completamente seguro. Este es uno de los principios más importantes que nuestro sistema judicial actual debe acatar. Es por esto que no permiten testimonio de oídas. Esto es lo que me dijeron, pero yo no lo presencié. Eso es testimonio de oídas. La persona que le dio esa información no se encuentra en la sala del juzgado y no puede ser interrogada en cuanto a la veracidad de su testimonio. Lo que el tribunal quiere son hechos establecidos por el testimonio de un testigo ocular. ¿En realidad vio lo que sucedió? ¿Él mismo escuchó lo que se dijo?
A menudo vienen personas que me dicen, "¿qué opina de lo que hizo esta persona?" Y yo contesto, "No sabía que esta persona hizo esto o aquello. ¿Usted lo vio hacerlo?" Me responden, "No. Me lo contó fulano de tal". En mi interior, inmediatamente suena una señal de alarma. Si no estuviste allí, no lo viste y no lo oíste tú mismo, entonces estás difundiendo chismes. ¿Por qué? Porque todo es testimonio de oídas. Esto no es prudente si quieres tomar una buena decisión. ¿Qué se dijo en realidad? ¿Qué fue lo que realmente sucedió? ¿Qué fue lo que se presencio? Estos son hechos que solo un testigo ocular puede proporcionar. Es lo único que puedes usar para juzgar con rectitud.
En Juan 14:10-11 Jesucristo explica las razones que debes usar como fundamento para juzgarlo a Él y para determinar si creerás en Él o no. "¿No crees que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí? Las palabras que Yo les digo, no las hablo por Mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en Mí es el que hace las obras. Créanme que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí; y si no, crean por las obras mismas". Jesús dice a los discípulos que deben prestar atención a Sus palabras y a Sus obras. Estos son los hechos. Así es como juzgas correctamente.
Jesucristo también instruyó que si quieres conocer la condición del corazón de una persona, debes escuchar lo que sale de su boca. "Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre" (Mateo 15:18). Entonces, presta atención a las palabras de la persona porque vienen del corazón. Jeremías 17:9-10 también agrega algo al tema. Dios dijo lo siguiente: "Más engañoso que todo, es el corazón, Y sin remedio; ¿Quién lo comprenderá? Yo, el Señor, escudriño el corazón, Pruebo los pensamientos, Para dar a cada uno según sus caminos, Según el fruto de sus obras". El Señor nos advierte que el corazón es difícil de discernir aun durante el examen de conciencia. Él, que sí conoce el corazón del hombre, dice que juzga al hombre de acuerdo a sus caminos o acciones. En resumidas cuentas, cada uno de nosotros debe escuchar lo que la persona dice y observar lo que hace. Estas dos cosas nos permiten juzgar correctamente.
4 No juzgues prematuramente. Es muy fácil para todos nosotros juzgar prematuramente. Cuando una persona que amamos y respetamos nos dice de un mal que alguien le hizo, inmediatamente decidimos quién tiene la razón. Recuerdo que hace muchos años cuando comencé como consejero matrimonial, estaba asesorando a la primera pareja que casé. Tuvieron todo tipo de problemas después de casados y la esposa vino a verme y me contó todas las cosas terribles que su marido estaba haciendo. Inmediatamente pensé, este tipo es un cretino. Después llegó el esposo a verme y pensé: es mejor que escuche lo que me quiere decir antes de reprenderlo por las cosas terribles que ha dicho y hecho. Pero mientras escuchaba lo que me contaba sobre su esposa, comencé a pensar, ¡esta mujer es una bruja. ¡Por fortuna no estoy casado con ella! Luego los junté a los dos y me di cuenta de que había cometido un terrible error. Había prejuzgado a los dos antes de escuchar ambos lados del conflicto. Es muy arriesgado hacer eso. A través de los años, mi pastor adjunto siempre me ha ayudado a escuchar ambas partes del conflicto antes de tomar una decisión. Siempre me dice, "Démosles un margen de confianza". Ese es un muy buen consejo. La Biblia claramente instruye que debemos escuchar las dos partes antes de tomar una decisión. En Proverbios 18:17 Salomón nos recuerda: "Justo parece el primero que defiende su causa hasta que otro viene y lo examina". Por lo tanto, no hagas ninguna determinación y, en particular, no condenes a nadie, aunque conozcas los dos lados del conflicto. Solo debes hacer una determinación de lo que está bien y lo que está mal. Entonces, cuando una persona se me acerca en la iglesia y me pregunta: "¿Qué opinas de lo que esta persona le hizo a esta otra persona?" Por lo general le pregunto: "¿Has hablado con ambas partes?" Si me dicen que no, les digo: "Entonces no conoces toda la historia". Si las partes me han dado permiso, puedo darle la otra versión. De otra manera no puedo por cuestión de privacidad. Solo les digo: "Mira, no conoces todos los hechos; todo lo que te puedo decir es que debes tener cuidado si vas a juzgar, porque yo sí conozco todos los hechos". A veces esto satisface a la persona, y a veces no porque ya había prejuzgado. ¡No seas ese tipo de persona! Si no quieres escuchar ambas versiones, entonces solo ora por las dos partes y aléjate de la situación por completo.
- Juzga conforme a Su Palabra. El último principio que te ayuda a juzgar correctamente es juzgar siempre de acuerdo con Su Palabra. No juzgues basándote en tus ideas, valores morales o tus percepciones. Se nos instruye que juzguemos con rectitud de acuerdo con la Palabra de Dios. Este principio se encuentra firmemente en Ezequiel 44:24. Cuando Dios instruye a los sacerdotes en el Antiguo Testamento les dice: "En un pleito actuarán como jueces; lo decidirán conforme a Mis ordenanzas". Observa que Dios claramente se refiere a una controversia entre el pueblo de Dios y da el mandato de cómo juzgar correctamente. Nota también que Dios es enfático en que no deben juzgar basándose en sus propias ideas sino de acuerdo con Su criterio y Su verdad. Si la Biblia declara que cierta conducta es pecaminosa, nadie debe decir que no lo es. Si las Escrituras enseñan que algo es bueno, nadie debe ordenarte que dejes de hacerlo. Si la Biblia declara que ciertas creencias o comportamientos están bajo tu propia discreción, entonces nadie te los debe prohibir (Romanos 14:1-5). Cuando alguien te diga que debes hacer algo, pregúntale en qué parte de la Biblia se encuentra esa enseñanza. Luego léelo tú mismo y examina cuidadosamente el contexto. Este es el ejemplo que nos da la iglesia de Berea en el Libro de los Hechos (Hechos 17:11). Recuerda, tu responsabilidad principal es obedecer a Dios y acatar Su verdad (Hechos 5:29; Efesios 4:15).
Si los fariseos hubieran basado sus decisiones en la Palabra de Dios y reconocido sus propias faltas, no hubieran rechazado a Cristo. Hubieran percibido la convicción de su pecado cuando Él predicaba y lo hubieran seguido. Por lo tanto, es obvio que estos principios son esenciales para madurar y para discernir entre las dudas que surgen en la vida.
Estos principios también son esenciales para tener compasión por los demás y para no tener una actitud censuradora. En Gálatas 6:1, Pablo dijo: "Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado". Si quieres que alguien te tenga compasión cuando tropiezas, ¿no crees que debes tener compasión por los demás cuando tropiezan? Sé amable y cariñoso con ellos. ¡Así es como te gustaría que ellos te traten! Pero muy a menudo nos olvidamos de la compasión que Dios tiene por nosotros y nos volvemos severos con los demás, insensibles y todo lo demás, menos amables. Sin embargo, el corazón de Cristo está lleno de compasión. Él dijo en Mateo 11:29: "Yo soy manso y humilde de corazón". Si eres uno de Sus discípulos, deja que Dios haga Su obra en tu vida en esta área. Deja que Él cambie tu forma de pensar. No juzgues ninguna situación hasta que sepas que has escuchado todos los hechos. Ten mucho cuidado de no condenar a nadie en tu corazón. Si quieres esa misma consideración hacia ti, tienes que dársela a los demás. Acerquémonos a Él en oración.
Padre, te pedimos que lleves a cabo Tu obra en cada uno de nuestros corazones. Ruego que nos convenzas a cada uno de nuestro pecado. Líbranos de una actitud condenatoria y censuradora. Señor, no permitas que hagamos o digamos algo del cual nos arrepentiremos. Perdónanos por la actitud censuradora que hemos mostrado hacia los demás. Haznos compasivos y amables con los demás. Haznos hombres y mujeres que prestan atención antes de hablar. Creemos que ahora mismo estás haciendo esta obra en nuestros corazones. Ayúdanos a buscar la reconciliación con aquellos de los que nos hemos alejado. Señor, ayúdanos a examinarnos a nosotros mismos primero para sacar la viga de nuestro propio ojo. Confiamos en que lo harás.
Si nunca le has entregado tu vida a Cristo, o si no estás seguro si realmente eres un creyente, quiero darte la oportunidad de ser perdonado y de experimentar la misericordia de Dios en tu vida. Dios quiere dispensar Su misericordia sobre ti, si le pides perdón y lo invitas a que tome control de tu vida. Él purificará tu corazón si reconoces tu pecado y si estás dispuesto a dejar tu estilo de vida pecaminoso para seguirlo a Él. Si lo quieres aceptar en este momento, te sugiero que ores y digas, "Señor, perdóname. Reconozco mi pecado. He quebrantado tu ley. Perdóname. Jesús, ven y toma control de mi vida. Te recibo por fe en este momento. Quiero ser tu discípulo. Lléname de tu Espíritu Santo y ayúdame a seguirte". Si acabas de orar esta oración, confiesa tu fe a alguien hoy mismo. Envíame un correo electrónico al