Mateo 6:19-24

El tema fundamental del Sermón en el Monte es la instrucción que Cristo da a Sus discípulos sobre la justicia que debe superar la justicia de los escribas y los fariseos. Los escribas y los fariseos tenían una justicia externa que era solo para aparentar. A este despliegue de religión Jesús lo llamó hipocresía. Jesús quería que Sus discípulos demostraran su fe de una manera genuina y sincera, primero delante de Dios y luego delante de los hombres. Él ya les había enseñado cómo la justicia de ellos debía superar la justicia de los escribas y los fariseos para poder entrar en el reino. En los estudios anteriores, vimos cómo la veneración y el servicio práctico pueden ser hechos para el Señor y, de esa forma, evitar la hipocresía.

En los versículos 19 al 24, Jesús habla de la idolatría, otro demoledor de la fe del creyente y de su servicio para Dios. Jesús enseñó, “No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo está malo”, o literalmente ‘es perverso’, “todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscuridad! “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas”. O literalmente, ‘no puedes servir al Dios vivo y verdadero y al dios del materialismo’.

Estos pasajes tratan un tema fundamental para todo creyente. ¿Por qué? Porque todo aquello que divide tu corazón destruirá tu fe y te hará tropezar en el servicio que rindes a Dios. Solo Dios debe tener el primer puesto en tu vida. Jesús es el que dijo, “Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas”. El tesoro verdadero está en el cielo. El materialismo y la ambición de riquezas en esta vida no pueden ser tu tesoro. Jesús estaba consciente de las tentaciones y las luchas que los hombres enfrentarían y quería evitarles la lucha. Él sabía que lo que una persona atesora en la vida cautivará su corazón. Jesús estaba refiriéndose a la idolatría—el amar a las cosas más que a Dios. Jesús enfatiza que la justicia que supera la justicia de los escribas y los fariseos viene de un corazón centrado en el tesoro en el cielo, y no el tesoro en el mundo. El corazón que tiene la justicia verdadera está más interesado en la recompensa eterna que en la riqueza temporal. El mensaje de Su enseñanza es muy simple.

Jesús habló categóricamente sobre la idolatría debido a que ésta descarriaría a los discípulos. Él explicó Su razonamiento en otro pasaje, Lucas 16:14: “Los Fariseos, que eran amantes del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de Él”. Este versículo revela que algunas personas estaban dispuestas a aceptar las palabras de Cristo mientras que otras las rechazaban. ¿Por qué se burlaban de Él? Lucas nos da uno de los motivos por el cual los fariseos rechazaban a Jesús. Es porque el objetivo de ellos era diferente al objetivo de la justicia verdadera. El objetivo de los fariseos era la riqueza. Estaban en el ministerio por el dinero. Eran religiosos para ver qué conseguían para sí mismos, en lugar de ver qué podían dar. Esta motivación siempre fomenta la hipocresía en las personas. Por lo tanto, Jesús advierte a los discípulos y les dice, “No quiero que sigan el mismo rumbo. Quiero que tengan un objetivo diferente”.

¿Cuál es la motivación para tu vida y para el servicio que le rindes a Dios? ¿Es el dar a los demás o recibir de ellos? ¿Es el amor por las cosas, las posesiones y el dinero? Pablo instruyó que estas motivaciones ahogarán tu fe y tu vida espiritual. No me refiero a querer proveer para tu familia con un trabajo que pague bien. Eso no es idolatría. No, me refiero a cuando la motivación total de tu vida es adquirir cosas materiales y tesoros aquí en esta vida. Si es así, ¡abandonarás la búsqueda de tesoros en la vida que vendrá! Te desviarás de tu fe y de tu servicio a Dios. Uno de los mejores comentarios sobre esta verdad se encuentra en 1 Timoteo 6:9-10. Pablo enseñó que, “los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo”. Fíjate que no dice los que son ricos, dice “los que quieren enriquecerse”; los que codician riquezas. Él declara que estas personas, “caen en tentación y lazo y en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero”. Observa que no dice, “el dinero es la raíz de todos los males”. Es el amor al dinero, o la codicia, “Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores”. Aquí Pablo explica que la codicia hace que la persona se extravíe de la fe, y esto la lleva a que se torture con muchos dolores. No es Dios quien los tortura con muchos dolores; ellos mismos se torturan. Ellos se infligen las heridas y los dolores. ¡No dejes que tu corazón caiga en ese lazo! En este pasaje Pablo revela una simple verdad, que tu motivación y el objetivo de tu vida determinará si serás feliz, o si tú mismo te infligirás dolor. Esta es una gran enseñanza y una buena advertencia. ¡Ojalá que cada uno de nosotros preste atención a esta advertencia!

También es importante observar que, en el Sermón en el Monte, Jesús no magnifica la pobreza ni la riqueza. Él no dice que eres mejor si eres pobre o mejor si eres rico. La riqueza y la pobreza no tienen nada que ver con lo que eres como persona, o con lo feliz que serás. Las personas pobres pueden ser tan infelices como las personas ricas, y lo contrario también es cierto. Pero lo que Jesús está recalcando es la superioridad de lo espiritual sobre lo material. Por lo tanto, en el versículo 33, Jesús manda a los discípulos que busquen primero el reino de Dios y todas estas cosas les serán añadidas. Este mandato revela la superioridad de lo espiritual sobre las cosas materiales. No malentiendas esta enseñanza. Muchos en la iglesia han malentendido este concepto y piensan que los ricos son más espirituales y tienen más fe que los pobres. O, algunos creen que, si un creyente es adinerado, tiene que ser carnal y mundano. Sin embargo, la Biblia no enseña ninguno de esos conceptos.

Jesús está dando un simple mensaje: examina tus objetivos. ¿Tu tesoro se encuentra aquí o en el cielo? Asegúrate de que tu corazón no codicia las cosas materiales. Muchas veces las personas se me acercan y me preguntan, “¿Cómo puedo saber si mi corazón está cautivado por las cosas materiales? ¿Cómo lo puedo discernir?” Esta es una de las preguntas más difíciles de contestar. Lo único que te puedo decir es que, en el fondo de tu corazón, tú sabes si las cosas materiales te tienen cautivo. Tú sabes qué es lo que cautiva tus pensamientos durante el día. El poseer cosas materiales no es malo, pero cuando las cosas te poseen y te cautivan, eso es idolatría. Esta es la única pregunta que te debes hacer, “¿estoy fascinado y constantemente centrado en las cosas materiales y el dinero? ¿Me encuentro pensando constantemente cómo puedo adquirir más cosas?” Si tu respuesta a alguna de estas preguntas es sí, o tal vez, eso te debe inquietar. Debes considerar seriamente el hacer un cambio. Si eres el tipo de persona que para ser feliz tiene que tener el último modelo de algún aparato electrónico, o comprar el artículo nuevo que se anuncia en los comerciales, entonces algo anda mal en tu corazón. Si no estás dispuesto a dar a los demás, eso es una señal de alerta. Esta es la razón por la que Jesús le dijo al joven rico que debía vender todo lo que tenía, dárselo a los pobres y seguirlo a Él. Muchas veces la gente lee esa historia y piensa, “Eso no es justo. No está bien. Yo no podría hacer eso. ¿Cómo puede Jesús pedirle a este hombre que venda todo lo que tiene?” Bueno, mira lo que la Biblia dice que sucedió justo después de que Jesús le dijo esto. “Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes”. Dijo a sí mismo, “no voy a hacer eso”; esa es precisamente la razón por la que Jesús le pidió que vendiera todo. El joven tenía que reconocer que, para él, sus posesiones eran más importantes que seguir a Cristo. Sin embargo, también debes notar que Jesús no le pide a todas las personas ricas que vendan todo lo que tienen. El mejor ejemplo de esto es María, Marta y Lázaro. Por lo que leemos en la Biblia sobre su vida, es obvio que eran ricos. Tenían sus propios criados. A menudo hospedaban a Jesús y a Sus doce discípulos cuando estaban en esa área. También tenían su propia tumba para el entierro. Esto significa que probablemente eran muy ricos. ¿Por qué no les dijo Jesús que vendieran todo lo que tenían y se lo dieran a los pobres? Obviamente, porque la idolatría no era un problema para ellos. Sus posesiones no los poseían a ellos. Ellos eran muy generosos y hospitalarios. Sin embargo, el joven rico estaba atrapado por sus posesiones. Por lo tanto, todo individuo debe tratar este tema en su propio corazón. Tú bien sabes si tus posesiones te controlan, y Jesucristo también lo sabe. Ten en cuenta que Jesús no se refiere a alguien que trabaja mucho para mantener a su familia o pide un aumento. Él se refiere a alguien que está atrapado en la avaricia, que codicia las cosas materiales y no puede ser feliz a menos que las obtenga.

¿Cómo quiere Jesús que Sus discípulos vean las cosas materiales?
Observa que Jesús instruye a Sus discípulos cómo deben pensar, a quien deben servir, y cómo tomar decisiones concernientes a su lealtad. En este pasaje que estamos estudiando, Jesús presenta cuatro principios muy importantes.

No acumules tesoros en la tierra.
El primer principio se encuentra en los versículos 19 y 20. “No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban” (Mateo 6:19-20). Jesús instruyó que, en toda decisión, especialmente las decisiones importantes en la vida, debemos razonar y comparar el valor de las diferentes opciones. Debes pensar, ¿es esto algo duradero, o algo temporal? Jesús quería que Sus discípulos se preguntaran a sí mismos, “¿Mi decisión me ayudará a acumular tesoros en el cielo o solo en la tierra?” Él quería que ellos consideraran la permanencia de sus decisiones. “¿Lo que tengo puede ser destruido o robado, o permanecerá por toda la eternidad?” En otras palabras, una decisión perdurará y la otra no. Entonces, tienes que examinar todo en la vida y decidir, “¿qué cosas perduran? ¿Me estoy esforzando por las cosas que durarán, o me estoy esforzando por cosas que no durarán?” Estoy seguro que ya sabes que todo se herrumbre. Piensa en el último auto nuevo que tuviste y cómo al lavarlo notaste que la pintura tenía una pequeña mella. Unos meses más tarde notaste cómo esa misma mella comenzaba a herrumbrarse. Y pensaste, “¡O no!” Pero, ¿te das cuenta de que todo lo que tienes se está herrumbrando en este momento? Todo lo que tienes se está deteriorando y gastando, aun hasta tu propio cuerpo. Así es la vida. Por lo tanto, estoy anticipando recibir un cuerpo nuevo que nunca se desgastará. Estoy anticipando una morada eterna que no necesita reparos ni mantenimiento. El hecho de que todo se herrumbra y se deteriora nos recuerda de que esta vida no perdura y es muy pasajera.

Jesús habló de este tema en el evangelio de Juan cuando vio a la gente que lo seguía después que lo vieron multiplicar el pan y alimentar a una multitud. Él les dijo que lo seguían por la razón equivocada. Jesús les dijo, “En verdad les digo, que Me buscan, no porque hayan visto señales (milagros), sino porque han comido de los panes y se han saciado. Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre les dará, porque a Él es a quien el Padre, Dios, ha marcado con Su sello” (Juan 6:26-27). Observa que Jesús hizo una simple comparación del valor del alimento. Él les dijo, “Me buscan por un motivo desatinado, por un beneficio pasajero—quieren otra comida. No me buscan por el beneficio eterno—el alimento que permanece para vida eterna”. Les está diciendo que esto perdurará. Jesús no les dice que comer es malo, o que no es necesario satisfacer las necesidades físicas, puesto que los acaba de alimentar. Les dice que sus motivos están desatinados y que están fijando su atención en algo que no durará. Esta es la enseñanza de Jesús que se encuentra en Mateo 6:19-20. Él les dice, “Miren, ciertos tesoros perduran mientras que otros no”. ¿Por cuál de ellos trabajas tú? ¿Cuál de estos tesoros es tu objetivo?

Permíteme ilustrar esta comparación de una manera que sea fácil de entender. Cuando compras algo que cuesta mucho dinero, ¿consideras solamente lo que cuesta y donde puedes conseguir el mejor precio, o consideras la garantía y todos los enseres que lo acompañan? ¿Por qué consideras la garantía? Porque todos queremos algo que esté bien hecho y que dure. Recientemente instalamos una nueva lavadora de platos en nuestra casa. La primera que compramos nos duró por muchos años. Lo cual me pareció genial. La última que instalamos nos duró la mitad de ese tiempo. Cuando hablé con el vendedor de los aparatos domésticos le pregunté por qué nos duró tan poco tiempo. Él me dijo, “Steve, hoy en día fabrican los aparatos para que se descompongan; ya no los hacen para que duren. Esta lavadora de platos probablemente te durará solo siete años”. Yo pensé, “la última me duró el doble de eso, pero así son las cosas”. Así que te sugiero que no solo busques el precio más bajo, considera también cual producto tiene la mejor garantía. Jesús dice lo mismo. Busca las cosas que perduran.

Entonces, ¿cuál es la motivación principal de tu corazón? ¿Quieres una recompensa eterna o pasajera? Puedes tener la que quieras; la decisión es tuya. Pablo dijo en 1 Timoteo 6:7, “Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él”. Esa es la realidad. Todo lo pasajero se quedará aquí. Todo lo eterno irá contigo. Cuando pensamos y razonamos así en esta vida, tendremos, ya sea, una enorme paz o mucho estrés. Es por eso que le fue difícil a Salomón ver su vida y compararla con la realidad eterna que él sabía que era verdad. En el libro de Eclesiastés Salomón pensó, ¿Por qué he trabajado tanto por todas estas cosas, todo este oro y plata, y todas estas cosas materiales? Porque voy a morir y alguien más tomará lo que yo me he afanado por obtener y lo malgastará. Y sé que no se interesará por estas cosas como lo hago yo (Eclesiastés 2:15-23). Esta realidad era muy deprimente para Salomón porque sabía que había permitido que las cosas materiales se convirtieran en su objetivo principal en la vida. Él sabía que al morir no podía llevar nada consigo. Por lo tanto, si sabes que existe una vida después de esta existencia temporal, entonces pon la mira en las cosas de arriba no en las de la tierra. Serás mucho más feliz.

Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
El segundo principio que Jesucristo recalcó a los discípulos se encuentra en Mateo 6:21. Jesús animó a los discípulos a que determinaran dónde estaba su tesoro. ¿Por qué? Porque tu corazón irá tras lo que atesores en esta vida. Muchas veces la gente me pregunta, “¿Cómo puedo saber que permaneceré fiel y seguiré al Señor hasta el final de mis días? ¿Cómo puedo estar seguro?” Yo les digo, “Tu corazón permanecerá fiel si te mantienes centrado en el objetivo apropiado. Si te centras en el objetivo equivocado, tu corazón se descarrilará”. Es por eso que Pablo le advirtió a Timoteo que si él, o cualquier otra persona, buscaba las cosas materiales se extraviaría o alejaría de la fe y se hundiría en la ruina y en la perdición (1 Timoteo 6:9-10). El objetivo y el tesoro de tu corazón son vitales. Tu corazón irá tras lo que atesores; siempre lo buscará. Por lo tanto, si tu tesoro es algo pasajero, tu corazón irá tras él. Es una decisión que tienes que tomar. Todo en la vida es una decisión.
En Colosenses 3:2, Pablo dice, “Pongan la mira (la mente) en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Es tu decisión. ¿Por qué dijo esto Pablo? Mira los versículos anteriores en Colosenses 2:3 donde él explica sobre cuál tesoro debes poner tu mira. Dice: “en quien”, refiriéndose a Cristo, están “escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. ¿Reconoces que Él es el tesoro? Él es la mina de tesoros que contiene todo lo que anhelas. Si Él es mi tesoro, mi corazón permanecerá fiel. Pablo dijo lo mismo en 2 Corintios 4:6-7. “Pues Dios, que dijo: ‘De las tinieblas resplandecerá la luz,’ es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro”. ¡Medita sobre esto! Me gusta este pasaje, especialmente en relación al siguiente punto que presentaré. Con respecto a la luz y las tinieblas, debes recordar que Cristo vino y resplandeció en nuestros corazones. Él es Quien se convirtió en nuestro Señor, nuestro Salvador y nuestro Tesoro. Tenemos este tesoro—el conocimiento de Él y una relación con Él—en un vaso de barro que es nuestro cuerpo. Recuerda que un vaso de barro es temporal, una morada o recipiente provisional. Se romperá. Se gastará. Entonces, ¿dónde está tu tesoro? ¿Se encuentra en las cosas materiales que posees o en la posición social que tienes en este mundo? Espero que no sea así. Tu tesoro debe estar en Cristo—en conocerlo y ser conocido por Él—y un día, en estar con Él en tu nueva morada, ¡tu cuerpo nuevo! Ese es, y debe ser, el más grande tesoro en tu vida. Debe cautivar tu corazón.

Tu corazón determina la luz y las tinieblas en tu vida.
La tercera cuestión que Jesús aborda se encuentra en los versículos 22-23: “La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz. Pero si tu ojo está malo”, o es maligno, ese es el significado de esta palabra griega que se tradujo como malo, “todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad”. ¿Qué quiere decir Jesús con esto? La frase, tu ojo está malo o tu ojo está sano, es un concepto muy importante que debemos entender. Jesús primero habla del ojo en términos físicos cuando dice: “La lámpara del cuerpo es el ojo”, se refiere al ojo que físicamente discierne la luz. ¿Cómo se discierne la luz? Por medio de los ojos. Cuando disciernes la luz puedes ver adonde vas al caminar. Si no disciernes luz, tropezarás. Este es un principio básico que Jesús establece. En otras palabras, el ojo te permite discernir la luz lo cual te ayuda a seguir el camino correcto. Pero luego, Jesús usa el ojo metafóricamente refiriéndose al corazón del hombre. Probablemente pensarás, ¿Cómo sabes que eso es lo que está haciendo? Para entender esto tienes que regresar al Antiguo Testamento y ver cómo se usa este concepto. Lee Deuteronomio 15:9 y verás lo que digo. Primero permíteme facilitar el trasfondo de este pasaje. Bajo la ley judía, cuando alguien debía una deuda que no podía pagar, esa persona se convertía en un siervo, por endeudamiento, del individuo al que le debía el dinero. El deudor le servía al individuo hasta que terminaba de pagar la deuda. No era esclavo por el resto de su vida. Bajo la ley de Dios, la persona servía por no más de siete años como término máximo por su deuda. Al final de los siete años, todos los siervos por endeudamiento quedaban libres y sus deudas eran perdonadas. Luego Dios da un ejemplo para ilustrar cómo es un corazón perverso. Si tu hermano viene justo antes del año de liberación de deudas y te pide ayuda, no endurezcas tu corazón y no te niegues a ayudarle. Por esta razón, Dios les advirtió a las personas que no tuvieran un ojo o un corazón perverso en esas situaciones. Él dijo:
“Cuídate de que no haya pensamiento perverso en tu corazón, diciendo: ‘El séptimo año, el año de remisión, está cerca,’ y mires con malos ojos a tu hermano pobre”. Observa cómo Dios compara el corazón perverso con mirar con malos ojos: “y mires con malos ojos a tu hermano pobre, y no le des nada; porque él podrá clamar al Señor contra ti, y esto te será pecado”. En otras palabras, Dios le advierte a Su pueblo que no endurezcan su corazón si su hermano viene y les pide un préstamo cuando han pasado seis años y nueve meses. No sacaré ningún rendimiento de este préstamo. En el séptimo año tendré que perdonar esta deuda. Dios dice, “No hagas eso. El tipo es pobre. Tienes que ayudarle”. Aquí está claro que Dios compara el mirar con malos ojos con un corazón perverso.

Esta misma verdad se puede ver en Proverbios 28:22 donde Dios dice, “Apresúrase á ser rico el hombre de mal ojo” (RVA). Está claro que alguien de mal ojo es una persona que busca riquezas. Tiene un amor por las cosas materiales, y esa es justamente la advertencia que Dios da a Sus discípulos aquí en Mateo. En el Salmo 62:10 dice, “Si las riquezas aumentan, no pongan el corazón en ellas”. Observa que Dios no dice que las riquezas son malas. Simplemente no quiere que pongas el corazón en ellas. Además, Dios está dando a entender que es posible que las riquezas aumenten para una persona piadosa. Por lo tanto, si tus riquezas aumentan, guarda tu corazón. Esta advertencia es muy importante, es esencial para tu vida espiritual. Lo que a Cristo le interesa es la vida interior del creyente y el Antiguo Testamento revela la misma verdad. Así que ten cuidado.

Tu corazón determina a quién servirás.
El cuarto punto que Cristo menciona en Mateo 6:24 es que tu corazón determina a quién servirás. Observa que en cada una de estas situaciones a Jesús le interesan tus motivos, tus objetivos y la actitud de tu corazón. Jesús les dijo, “Nadie puede servir a dos señores”. Si eres uno de aquellos que subraye su Biblia, espero que subrayes la palabra Nadie. Esta es una afirmación categórica. Ningún hombre y ninguna mujer en todo el planeta puede servir a dos señores. Jesús intensifica esta afirmación categórica al agregar, “porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro”. ¿Por qué dice eso? Es muy simple, cuando tienes un corazón dividido no permaneces en el camino correcto por mucho tiempo. Tarde o temprano será necesario que le des prioridad a uno o al otro. Como leímos anteriormente, un corazón dividido destruye tu andar cristiano y te ahoga con muchas penas. Nadie lo puede hacer. No puedes tener un corazón dividido y pretender tener una relación estrecha con Cristo.

El profeta Elías instruyó al pueblo de Israel sobre esto mismo en 1 Reyes 18:21. En ese entonces, los hijos de Israel estaban tratando de servir al dios Baal y al Dios vivo y verdadero a la misma vez. Inspirado por el Espíritu Santo, Elías les dijo, ¿Hasta cuándo vacilarán entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, síganlo; y si Baal, síganlo a él”. Dios sabía exactamente cuál era el problema del pueblo—tenían un corazón dividido. Él también sabe cuáles son tus problemas; sabe exactamente lo que te hace tropezar y constantemente te comunica qué es lo que divide tu corazón. Si tienes un corazón dividido, no le serás fiel al Señor por mucho tiempo. ¿Por qué? Jesús revela la razón aquí en este pasaje. Amar equivale a lealtad. Le serás fiel a lo que amas. Tu ser amado o aquello que amas más, exigirá tu lealtad. Si amas a Dios ante todo, ese amor hará que le seas fiel. Si no es así, eso hará que te alejes y dejes de seguirlo. Jesús sabe lo que dice. Él sabe qué es lo que divide tu corazón y te dice, “Lo que atesoras es muy importante porque al final eso determinará a quién servirás”. Es por eso que las Escrituras declaran, “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:8 RVR '60). ¿Es Cristo tu tesoro, Aquél que amas más que nadie en este mundo?

Entonces necesitas un solo corazón. En 2 Crónicas 30:12 dice, “También sobre Judá estuvo la mano de Dios para darles un solo corazón a fin de hacer lo que el rey y los príncipes ordenaron conforme a la palabra del Señor”. Permíteme darte el contexto. En la historia de Israel, Ezequías hizo un asombroso cambio y volvió a seguir al Señor. Volteó su corazón para seguir a Dios. Luego mandó un aviso a todo Israel y le dijo al pueblo que viniera a Jerusalén para renovar su relación y su corazón ante Dios. Gran parte de la nación se negó. Pero muchos vinieron y adoraron al Señor y Dios les dio unanimidad de corazón. Ya no estaban divididos. La mayoría de ustedes habrá escuchado el refrán, “nadar entre dos aguas”. No se puede nadar entre dos aguas. Si tratas de vivir con un corazón dividido, lo que estás haciendo es alejándote lentamente del camino. ¿Te das cuenta de que no tomar una decisión o no querer someterse al Señor, es en sí una decisión? Es una decisión de alejarse lentamente. Esto es lo que Jesús afirmó en Apocalipsis 2:4 cuando dijo a la iglesia en Éfeso, “Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor”. Observa que no perdieron su primer amor; léelo correctamente, ellos dejaron su primer amor. Es una decisión del corazón. La decisión de volver a ser fiel a Dios. ¿Qué cosa o quién es tu primer amor? Esa es la pregunta. Y solo tú puedes contestarla. ¿Por qué no le pides a Dios esa unanimidad de corazón hoy mismo? Él te la dará tal como lo hizo con Su pueblo en la época de Ezequías. ¡Pídele que te haga volver a tu primer amor!

Cómo acumular tesoros en el cielo.
Jesús nos da unos principios excelentes en este Sermón; pero, cuando examinas detalladamente la cuestión de cómo acumular tesoros en el cielo, Él solo te dice que los acumules, mas no te dice cómo hacerlo. Sin embargo, el “cómo” sí se encuentra en el contexto del Sermón. Tienes que ver la totalidad del mensaje porque el “cómo” acumular tesoros en el cielo es esencial.

Primero tienes que tener una relación con Él.
Para poder acumular tesoros en el cielo lo primero que tienes que hacer es creer y seguir a Cristo. No puedes acumular tesoros o recompensas en el cielo si no tienes una relación y una comunión espiritual con el Dios del cielo. Es por eso que al comenzar el Sermón del Monte Jesús trata el tema de la relación íntima con Él. Empezó con el hecho de que tienes que reconocer tu pobreza de espíritu. No hay nada que puedas ofrecer que te permita entrar en Su presencia. Tienes que acercarte y estar dispuesto a recibir lo que Dios te ofrece, y eso es Cristo nuestro Señor. Jesús también dijo que debes lamentar tu pecado porque reconoces que has quebrantado la ley de Dios. Esto produce arrepentimiento. Debes ser un hombre o mujer que tiene hambre y sed de justicia. Esta es la parte de la relación que trata con “seguirle y ser Su discípulo”. El rumbo de tu vida cambia por completo y tu fuero interno es transformado. Te vuelves misericordioso, perdonador y todas las cosas que se mencionan en las Bienaventuranzas. Para acumular tesoros en el cielo tienes que tener una relación con Él y seguirlo tal como instruyó en este Sermón.

Tienes que hacer las cosas de corazón.
Segundo, si quieres acumular tesoros en el cielo tienes que hacer las cosas de corazón. Todo lo que hagas tiene que ser hecho con un corazón sincero. Recuerda, esta es la justicia que sobrepasa la justicia de los escribas y fariseos. Este es el punto que Cristo enfatiza en Mateo 6:4, “que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. En otras palabras, Jesús dice: “todo lo que hagas, ya sea dar limosna, orar, ayunar o cualquier otra cosa, hazlo ante mis ojos solamente. Hazlo para que Yo lo vea y no por el aplauso de los hombres”. Si lo haces para que otros te vean, entonces ya recibiste tu recompensa. Eso quiere decir que no acumularás ningún tesoro en el cielo. De esto se trata. En Colosenses 3:23 Pablo instruyó: “Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.

Busca Su reino primero
Tercero, si quieres acumular tesoros en el cielo necesitas darle prioridad a Jesús y a Su reino (Mateo 6:33). Esta es la razón por la que Jesús termina esta sección de la Biblia con el tema de buscar primero Su reino. Esta es la única manera que todas las otras cosas serán añadidas. Si le das prioridad a Cristo en tu corazón y en todo lo que procuras, entonces Él añadirá todo lo que necesitas ahora. También añadirá tesoros en el cielo, tu recompensa eterna, simplemente porque le diste prioridad en tu corazón. Por lo tanto, ¿tiene Él prioridad en tu vida ahora? ¿Le sirves y le das de corazón? ¿Lo amas primero? ¿Le sirves primero? Solo si vives así podrás acumular los tesoros que quieres en el cielo. Espero que estas verdades te desafíen a considerar tu andar con Él. Si tu tesoro está en el cielo, entonces ¡allí también estará tu corazón!

Acerquémonos a Él en oración. Padre, te damos gracias por haber transformado nuestros corazones y por llamarnos hacia Ti. Ruego que hagas estas verdades una realidad en nuestras vidas. Te pedimos que nos ayudes a discernir las cosas que perdurarán y las que desaparecerán. Señor, ayúdanos a realmente acumular tesoros en el cielo. Queremos que nuestro corazón también se encuentre allí. Señor, ayúdanos a servirte solo a Ti y a hacerlo de todo corazón. No nos dejes tener un corazón dividido. Queremos un corazón fiel que te ame y te sigue porque así es como encontraremos el mayor gozo y la felicidad más grande en la vida. Señor, llévanos a una entrega total. Te pido que ninguno de nosotros rechace la obra de tu Espíritu que quiere darnos un corazón indiviso.

Si nunca le has entregado tu vida a Cristo, o si no estás seguro si realmente eres un creyente, quiero darte la oportunidad de ser perdonado y de experimentar la misericordia del Señor. Dios quiere dispensar Su misericordia sobre ti, y lo hará si le pides perdón y lo invitas a que tome control de tu vida. Él purificará tu corazón si reconoces tu pecado y si estás dispuesto a dejar tu estilo de vida pecaminoso y seguirlo a Él. Si lo quieres aceptar en este momento, te sugiero que ores y digas, “Señor, perdóname. Reconozco mi pecado. He quebrantado tu ley. Perdóname. Jesús, ven y toma control de mi vida. Te recibo por fe en este momento. Quiero ser tu discípulo”. Si acabas de orar esta oración, confiésale tu fe a alguien hoy mismo. envíame un correo electrónico al This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. y te enviaré material para creyentes nuevos que te ayudará a comenzar tu relación con Cristo. ¡Que Dios te bendiga ricamente!