Mateo 5:38-42

En el Sermón del Monte Jesús explica varios pasajes del Antiguo Testamento y explica el propósito de Dios al dar estos mandatos.  También explica lo que es la justicia verdadera, una justicia que so-brepasa la justicia de los escribas y los fariseos.  Jesús nos enseña que Dios requiere una justicia interna que transforme el corazón del hombre en lugar de una religión externa de ritos y fuerza de voluntad.  Él quiere en tu interior una actitud de amor por Él y por los demás en lugar de una conduc-ta religiosa, superficial y frívola.  Claramente, este es el objetivo de los versículos que estudiaremos a continuación.

Estos son unos de los versículos más tergiversados de todas las Escrituras.  Muchas personas los mal interpretan y los practican indebidamente.  El versículo principal en este pasaje es: “Ojo por ojo y diente por diente”.  Me atrevería a decir que la mayoría de las personas de hoy en día ¡no tie-nen la menor idea del verdadero significado de este versículo!  Veamos lo que dijo Jesús acerca de este verso.  En Mateo 5:38 Jesús dice: “Ustedes han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por dien-te’.  Pero Yo les digo: no resistan al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la meji-lla derecha, vuélvele también la otra.  Al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa.  Y cualquiera que te obligue a ir un kilometro, ve con él dos.  Al que te pida, dale: y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda”.

¿Qué opinaba Jesús sobre el verdadero propósito de la ley, “Ojo por ojo y diente por diente”?  Lo pri-mero que se debe hacer es leer el contexto de esta ley.  Cuando lo hagas, te darás cuenta de que esta ley es una directiva que fue dada a los jueces del pueblo para servir de guía al administrar la justicia.  Dios dio esta ley para impedir que los jueces impusieran un castigo indebido.  Dios no que-ría dejar la venganza en las manos de los individuos ofendidos o defraudados.  El nombró jueces y autoridades civiles para reducir y limitar la venganza de las partes ofendidas.  Esta ley fue dada para impedir que un juez le impusiera a alguien la condena de muerte por sacarle un ojo a otra persona.  Si alguien le sacaba un diente a otro en una pelea, el juez no lo podía condenar a cadena perpetua.  Por lo tanto, esta ley fue dada para impedir que los jueces impusieran un castigo injusto o excesivo.  El castigo debe ser proporcional al delito.

Sin embargo, los fariseos, saduceos y los escribas enseñaban que esta ley justificaba la venganza personal.  Pero el propósito original de la ley era todo lo contrario.  Dios quería que la gente no bus-cara la venganza y por eso sacó de las manos de la persona ofendida la administración del castigo y se la dio a las autoridades civiles.  El Señor quería que un juez completamente ajeno al delito le im-pusiera el castigo al acusado.  Todos sabemos que cuando uno es víctima de una ofensa a veces las emociones lo dominan y ya no es imparcial.  Las emociones oscurecen nuestra objetividad.  Los fariseos no captaron el propósito de esta ley, al igual que la gente de hoy en día.  Esta ley fomenta la misericordia y restringe la venganza, lo cual impide la injusticia.  Como prueba de esto mira los cua-tro ejemplos que Jesús da para explicar cómo se debe aplicar esta ley. Él habla de cualquiera que te abofetee en la mejilla, que quiera ponerte pleito, te obligue a ir un kilometro o desee pedirte presta-do.  Estos ejemplos tratan la cuestión de la misericordia y la restricción de la venganza y el desamor.  Si realmente quieres simplificar este pasaje, escribe al lado, la venganza contra la misericordia. Esto es lo que Jesús está tratando de explicar.

Resistiendo al que es malo.
¿Qué quiso decir Jesús con la frase, “No resistan al que es malo”?  Este mandato es esencial  para entender toda Su enseñanza.  La mayoría de la gente lee esto y piensa: No puedo hacer eso.  Tengo que resistir al que es malo. ¿Es eso realmente lo que Jesús está predicando?  La respuesta a estas preguntas se encuentra al buscar el significado de la palabra resistir en el Diccionario de Lenguas Bíblicas.  La palabra resistir significa ser agresivo u hostil hacia un individuo.  En otras palabras, Je-sús les instruye a Sus discípulos que no actúen de una manera agresiva ni hostil hacia alguien que los ofende.  Si ves las ofensas que Él menciona, todas son ofensas menores.  Si alguien te da una bofetada, eso es una ofensa menor.  Jesús no se refiere a alguien que se te acerca con un cuchillo o una pistola para matarte.  No se refiere a alguien que quiere obligarte a hacer algo perverso.  Él usó el ejemplo de alguien que te obliga a caminar un kilómetro, alguien que quiere tu túnica, estas son ofensas menores.  Por lo tanto, no seas agresivo ni hostil con las personas que cometan ofen-sas menores contra ti.  Trata de resolver el problema sin causar más conflictos.  Haz un esfuerzo y mantente calmado para evitar que una situación tensa se convierta en una situación explosiva.

Ahora déjame demostrarte dos pasajes bíblicos donde se usa esta palabra resistir  para que puedas tener un mejor entendimiento de su uso.  En 2Timoteo 3:8 Pablo dice: “Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad” (RVR ’60).  Estos dos hombres son los magos que trajo el Faraón para que resistieran a Moisés y se burlaran de él con hostilidad.  Había gente en la iglesia de Timoteo que de igual manera se oponían a él.  En 2Timoteo 4:15 Pablo le advierte a Timoteo que tenga cuidado con Alejandro, el calderero, de quien dijo: “me hizo mucho daño…pues se opone vigorosamente a nuestra enseñanza (nuestras palabras)”.  Alejandro, con gran hostilidad, se opuso agresivamente, resistió y peleó contra el ministerio de Pablo.

¿Cómo interpretó Pablo la enseñanza de Cristo?
Te daré varios ejemplos de la perspectiva que Pablo quiere que tengas acerca del mal.  En Roma-nos 12:9 él escribió: “aborreciendo lo malo, aplicándose a lo bueno”. Claramente, Dios quiere que aborrezcamos el mal.  En Efesios 5:11 Pablo instruye: “y no participen en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascárenlas”. Por lo tanto, cuando te encuentres con una maldad, debes aborrecerla y desenmascararla porque eso es lo que un creyente debe hacer.  En 1Corintios 5:13 mira lo que Pablo dijo que debemos hacer con la persona malvada dentro de la iglesia.  Él mandó, “Expulsen al malvado de entre ustedes”.  La persona a la que se refiere Pablo era un hom-bre que estaba practicando el incesto en la iglesia en Corinto y se jactaba de que tenía la libertad de hacerlo.  Lo que quiero recalcar es esto: La Biblia declara que debemos oponernos a la maldad y a la gente mala pero no de una manera hostil.  Está claro que así es como Pablo entendió este man-dato de Jesús.  Además, en Romanos 12:17-21 Pablo dice: “Nunca paguen a nadie mal por mal”.  De hecho, esto es exactamente lo que Jesús instruye en el Sermón del Monte.  Estos cuatro ejem-plos que Jesús usa para ilustrar su enseñanza nos muestran que no debemos pagar a nadie mal por mal.  Pablo dijo: “Respeten (Consideren) lo bueno delante de todos los hombres”. Y luego Pablo agrega el siguiente modificador, “Si es posible”, lo que insinúa que a veces no es posible.  Pero, “Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres.  Amados, nunca to-men venganza ustedes mismos, sino den lugar a la ira de Dios, porque escrito está: ‘Mía es la ven-ganza, Yo pagaré,’ dice el Señor.  ‘Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, da-le de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza.’  No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien”. Por lo tanto, Pablo dio la misma instrucción que Jesús.  Tienes que tener la actitud adecuada para vencer el mal con el bien. ¡No debes vengarte de la gente! Debes dejar la venganza en las manos de Dios, cuyo conocimiento es perfecto.  Él hará justicia en todos los casos.  No te debes vengar, especialmente por cosas menores.  Debes dejar las cosas así.  No tomes la venganza en tus manos.

Ahora antes de dejar esta palabra resistir quiero que veas lo que las Escrituras dicen acerca de cuando es que debes resistir de una manera hostil y agresiva.  Yo sé lo que estarás pensando: “¡Pe-ro me acabas de decir que no sea agresivo ni hostil!”  Sí, pero tiene que haber un equilibrio.  En Santiago 4:7 dice: “Por tanto, sométanse a Dios. Resistan, pues, al diablo y huirá de ustedes”.  La misma palabra griega resistir que Jesús usó en el Sermón del Monte también la usa Santiago.  Por consiguiente, Santiago nos instruye que debemos ser contenciosos con Satanás y agresivamente resistirlo a él, a sus mentiras, sus tentaciones y todo su trabajo en nuestras vidas.  Este es precisa-mente el propósito de Efesios 6 donde Pablo habla de la lucha entre los creyentes y las fuerzas es-pirituales de maldad en las regiones celestes que quieren destruirnos.  Efesios 6:13 dice: “Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes”.  La palabra resistir es la misma palabra griega que hemos estado estudiando en Mateo 5:39.  La cuestión es que muchos creyentes batallan y fracasan en sus vidas.  Una de las razones por la cual sucede esto es porque no resisten a Satanás y a sus tentaciones con hostilidad y agresi-vidad.  Me atrevería a decir que todos debemos ser más contenciosos y agresivos hacia las obras del enemigo de nuestra alma.  Como dijo Pablo, si quieres permanecer firme en el día malo y en los días difíciles de tu vida, entonces tienes que ser más agresivo en tu lucha y pelear la buena pelea de fe.  Tal vez en este momento te encuentres en uno de esos días difíciles o ese día podría llegar esta misma semana.  Pero la cuestión es ¿resistirás y pelearás, o serás pasivo y pensarás: “De todas ma-neras, no ganaré”?  ¿Tratarás de resistir a Satanás con tu propia fuerza y voluntad?  Si es así, perde-rás; tropezarás y caerás.  Lo que debes hacer es resistirlo agresivamente y con hostilidad en el nom-bre de Jesús.  Cuando te opones a Satanás en el nombre de Jesús, lo haces con fe y oración.  La oración de fe es tu arma más poderosa y debes usarla agresivamente y con hostilidad.  A esto se re-fería Pablo cuando dijo: “Pelea la buena batalla de la fe” (1 Timoteo 6:12).  Somos demasiado pasi-vos cuando es hora de pelear la batalla espiritual que brama a nuestro alrededor.  Muchas veces los creyentes dejamos nuestra espada y el enemigo nos traspasa con la de él.  ¡No permitas eso!  Nece-sitas pelear agresivamente.  Sométete a Dios.  ¡Pelea con fe! ¡Pelea en oración! ¡Pelea en el nombre de Jesús!  “Resiste al diablo y huirá de ti”.

¿Cómo ilustra Jesús el concepto de no tomar venganza?
En el evangelio de Mateo 5:39-42 Jesús nos da 4 ejemplos de cómo reaccionar a ofensas menores.  Primero, Jesús dice que a cualquiera que te abofetee “vuélvele también la otra” mejilla.  Este man-dato es distorsionado, mal entendido y mal aplicado más que cualquier otro mandato de Cristo.  Re-cuerda, cada uno de estos mandatos trata la actitud de tu corazón.  No uses este mandato indebi-damente al aplicarlo solo a la conducta externa.  El volver la otra mejilla se refiere a la actitud. Si vuelvo la otra mejilla pero en mi corazón quiero matar a alguien, no he captado el concepto.  Eso es lo que hacían los fariseos.  Soporta la injusticia en lugar de buscar la venganza. Él fomenta el per-dón y no la venganza.  La venganza es lo primero que se nos viene a la mente cuando alguien nos ofende.  Todos somos iguales.  Es lo primero que viene a mi mente.  Quiero regresarles el puñetazo; los quiero estrangular.  Quiero darles exactamente lo que ellos me dieron a mí.  Esa no es la reac-ción indicada.

El volver la otra mejilla es una actitud totalmente diferente.  Pero entonces, el volver la otra mejilla ¿quiere decir que no puedo decir algo a mi favor? ¿No puedo decir nada contra el mal? ¿Nunca me debo defender? ¡Por supuesto que no!  Recuerda cómo respondió Jesús en Juan 18:23 cuando fue golpeado en la cara.  En el juicio de Jesús, la noche antes de su muerte, uno de los guardias del sumo sacerdote le dio una bofetada.  La Biblia dice, “Jesús le respondió: ‘Si he hablado mal, da tes-timonio de lo que he hablado mal; pero si hablé bien, ¿por qué Me pegas?’”.  Jesús reprendió a este individuo por golpearlo injustamente.  ¿Por qué es que Jesús no volvió la otra mejilla para decirle al guardia, ‘Aquí está el otro lado de mi cara’?  Si crees que eso es lo que Jesús debió haber hecho, entonces no entiendes el concepto.  Jesús no intentó vengarse; Él repudió la maldad, y eso es exac-tamente lo que tú también debes hacer.  Debes denunciar el mal.

En Mateo 12:14-15 hay otro ejemplo, “Pero cuando los Fariseos salieron, hicieron planes contra Él, para ver cómo Lo podrían destruir. Pero Jesús, sabiéndolo, se retiró de allí”.  ¿Cómo reaccionó Jesús con aquellos que procuraban destruirlo?  Él se alejó de las circunstancias.  Por lo tanto, debes de-nunciar el mal y, en ocasiones si es posible, alejarte de las circunstancias.

Otro ejemplo de la actitud de Cristo hacia el mal se encuentra en Juan 2:15 cuando Él entró al tem-plo al comienzo de Su ministerio: “Y haciendo un látigo de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los que cambiaban el dinero y volcó las mesas”. Entonces, ¿qué pasó con Jesús el pacifista?  ¡Eso no suena como un pacifista, y Él no lo es! ¿Por qué volcó las mesas?  ¿Por qué echó a los cambiadores de dinero del templo?  Jesús consideró esto como una gran maldad.  Los vendedores estaban robándole al pueblo de Dios y lo hacían por medio del deseo que éste tenía de adorar a Dios.  Cuando la gente llegaba con su ofrenda de dine-ro, los cambiadores les decían que no podían usar su dinero, que tenían que usar las monedas del templo.  Entonces les cambiaban su dinero y les cobraban una tasa muy alta por el cambio.  Tam-bién, si la gente traía una ofrenda para el holocausto, los oficiales siempre le encontraban algún de-fecto y los obligaban a comprar uno de sus corderos o cabras.  ¡Este era un verdadero chanchullo!  Extorsionaban al pueblo de Dios.  Jesús no estaba contento con esta maldad, ¡les ordenó que se fueran! ¡Que salieran de ese lugar! Él volcó las mesas, tomó el dinero, lo tiró al suelo y los echo del templo.  Es una imagen muy impactante.  Cuando la gente piensa que Dios es un pacifista o que Jesús –en particular— es un pacifista, es porque en realidad no lo comprenden.  No consideran el contexto total de las Escrituras.  ¡Jesús no es un pacifista!  En Apocalipsis 19:11 dice: “Vi el cielo abierto, y apareció un caballo blanco. El que lo montaba se llama Fiel y Verdadero. Con justicia juzga y hace la guerra”. Él vendrá un día para juzgar y ejercer la justicia—juzgará con justicia y hará la guerra.

El equilibrio
Yo sé que estarás pensando, “Ahora estoy muy confundido.  ¿Cómo equilibro el volver la otra mejilla y no buscar venganza con el Jesús que hace la guerra?”  Con cosas de menor importancia debes estar dispuesto a sufrir la injusticia y no buscar la venganza.  Sin embargo, si un conflicto se inten-sifica y se vuelve más serio, te debes proteger.  Permíteme  explicar.  Si alguien te da una bofetada, no reacciones con hostilidad.  Pero si alguien te amenaza con un cuchillo o una pistola, o trata de matarte a ti o a un ser querido, haz todo lo que esté a tu alcance para detenerlos.  Si dices, “No, eso no está bien.  Debo voltear la otra mejilla, “estás mal entendiendo este pasaje de las Escrituras y usándolo indebidamente.  Si Dios no quiere que te protejas ni protejas a otros, ¿por qué incitó a los hombres y mujeres de fe a que rescataran a los que se encontraban en peligro en la Biblia?  Un buen ejemplo de esta verdad es cuando los amonitas llegaron para esclavizar al pueblo de Jabes de Galaad.  El Espíritu de Dios vino sobre Saúl y lo incitó a resistir esta maldad y rescatar al pueblo (1Samuel 11).  También considera cómo Abraham rescató a Lot cuando los reyes del Norte lo lleva-ron cautivo (Génesis 14).

Además, antes de dejarlos, Jesús les instruyó a sus discípulos que compraran una espada.  En Lu-cas 22:36, antes de Su arresto y Su juicio, Jesús les dijo a Sus discípulos: “ahora, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, de la misma manera también una alforja, y el que no tenga espada, ven-da su manto y compre una”.  Tienes que contestar la pregunta: ¿Por qué les dijo Jesús que compra-ran una espada?  Esta instrucción es contraria a la instrucción que Él les dio anteriormente cuando los mandó a predicar el evangelio.  Él dijo: “No tomen nada para el camino, ni bordón, ni alforja (bol-sa), ni pan, ni dinero; ni tengan dos túnicas cada uno” (Lucas 9:3).  ¿Por qué no quiso que llevaran una alforja cuando salieron?  Él quería que confiaran en que Él les daría todas sus provisiones.  Pe-ro ahora les dice que lleven una bolsa de dinero porque van a emprender un viaje muy largo.  Si no tienes espada, compra una. Recuerda que es Jesús el que está hablando.  Si un creyente no debe tener un arma ni defenderse a sí mismo, ¿por qué les dijo Jesús que compraran una espada?  Juan 18:10 nos dice que Pedro tenía una espada en su posesión.  “Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha”. Entonces, sabemos que al menos uno de los discípulos tenía una espada atada a la cintura. Claramente, Jesús no que-ría que Pedro la usara en ese contexto y por eso le dijo: “Mete la espada en la vaina”.

Otro versículo instructivo sobre este tema es Lucas 11:21.  En este versículo Jesús relata una pará-bola sobre la guerra espiritual.  Él dice: “Cuando un hombre fuerte, bien armado, custodia su palacio, sus bienes están seguros”. Si el poseer un arma o si la defensa propia fuera un pecado, Jesús no habría usado la analogía de un hombre armado que custodia su casa.  Este también es un ejemplo de porqué un creyente puede ser un agente policial o un militar.  Los jóvenes me hacen esta pre-gunta muy a menudo.  ¿Me puedo alistar en el servicio militar o en la academia policial?  ¿Concuer-da eso con la Biblia?  Mi respuesta es, ¡sí!  Luego les explico la diferencia entre el reino civil del hombre y el reino espiritual de Dios.  En Romanos 13:1-4 Pablo declara: “Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. Por tanto, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, recibirán condenación sobre sí mismos.  Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autori-dad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, pues es para ti un ministro (servidor) de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme. Porque no en vano lleva la espada, pues es ministro de Dios, un venga-dor que castiga al que practica lo malo”. La palabra resiste en este versículo es la misma palabra  griega que ya mencionamos en este estudio de Mateo 5:39.  La gente que es hostil hacia las autori-dades que han sido establecidas debidamente, tales como nuestro gobierno y la policía, están resis-tiendo el decreto de Dios.  Los agentes policiales y los soldados tienen razón de portar la espada.  Ellos son ministros de Dios y están para protegernos de los malhechores.  Ellos nos protegen en el campo civil de pueblos y naciones enemigas.

Ahora, para aquellos que piensan que debemos deshacernos de todas las pistolas y de desarmar a la nación, considera lo siguiente.  Si los Estados Unidos decide, de una manera unilateral, desar-marse y deshacerse de todas las armas nucleares, todos los tanques, todas las pistolas, todas las balas, y dice: “Queremos vivir en paz con todo el mundo”.  ¿Cuánto tiempo crees tú que existiríamos como nación?  No sería mucho tiempo porque ya conoces el corazón pecaminoso del hombre.  Ya conoces el testimonio de la historia.  Seríamos conquistados en muy poco tiempo.  Pero, ¿sabías que las Escrituras mencionan a la nación que se prepara para la guerra? En Proverbios dice: “Se prepara al caballo para el día de la batalla, Pero la victoria es del Señor” (Proverbios 21:31). Dios le dijo a Su pueblo que se preparara, pero que recordara que tenía que confiar en Él para la victoria fi-nal.  Por lo tanto, ten presente que en el reino espiritual de Dios cuando se trata de una ofensa me-nor, Él quiere fomentar el amor y el perdón en lugar de la venganza.  Él quiere que hagamos todo lo posible por vivir en paz con todos los hombres (Romanos 14:19).  Sin embargo, cuando el mal se hace abiertamente y perjudica a los demás, es cuestión de derecho civil y las autoridades civiles se encargan de eso.  Cuando alguien te quiere dañar a ti o a tu familia, tienes el derecho de defenderte hasta que puedas pedirle a las autoridades civiles que intervengan en tu favor.

El segundo ejemplo
El segundo ejemplo que da Jesús se encuentra en el versículo 40.  Jesús dice, “Al que quiera poner-te pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa”. Observa que el que te quieran quitar tu túnica es una ofensa menor.  Jesús dice que le des tu capa en lugar de tener un enfrentamiento.  Posible-mente estés pensando, ‘¿pero qué si es algo mayor como alguien que anda diciendo mentiras de mi en el trabajo para que me despidan o quiera demandarme o quitarme la casa?  ¿Debo dejar que me quiten mi empleo, mi sustento o mi casa?’  ¡Por supuesto que no! Eso es una cosa mayor.  Recuer-da que a Jesús le interesa la actitud del corazón.  Él no quiere que busques la venganza ni que ten-gas conflictos menores por cosas que no valen la pena.  Él no quiere que demandes a la gente así como así.  ¿No es así como estamos en este país hoy en día?  La gente entabla demandas por tonte-rías.  Nuestros juzgados están repletos de pleitos vanos.  La gente gasta miles de dólares para recu-perar algo pequeño que vale solo unos centavos  comparado con lo que están gastando.  Debes de-cir, “Olvídalo. No vale la pena”.  La única excepción es si es algo de mayor importancia y alguien quiere quitarte tu casa o tu sustento.  Si eliges obedecer el mandato de Cristo y aceptas el mal que te han hecho, recuerda que tienes un gran abogado que se encuentra a la diestra de Dios Padre.  A Jesús se le llama nuestro defensor o nuestro abogado que está en la presencia de Dios.  Él lo ve to-do y actuará con justicia.

El último ejemplo que debes recordar para equilibrar la enseñanza es que Dios es el que estableció el gobierno civil y el sistema legal del Antiguo Testamento.  Él estableció el sistema de leyes, magis-trados y jueces para que rindan decisiones justas.  Jesús hace un comentario sobre esto en Lucas 12:58:“Mientras vas con tu adversario para comparecer ante el magistrado”, no dice ‘Si es que vas’, dice “mientras vas”.  “Mientras vas con tu adversario para comparecer ante el magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te eche en la cárcel”. Fíjate en la palabra procura.  Este es el mismo concepto de Romanos 12:18, “Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres”.  En otras palabras, trata de resolver los problemas sin ir al juzgado, y en cuanto dependa de ti, vive en paz con los demás.  Ve y haz todo lo posible por resolver el problema primero.  Recuerda, Pablo dio la misma instrucción cuando reprendió a los corintios por ir al juzgado por los casos más sencillos (1Corintios 6:1-8).  Pablo les preguntó: ‘No pueden encontrar a un miembro de la congregación que se pueda sentar con ustedes para tratar de resolver el problema?’  Él dice en 1Corintios 6:7-8: “Así que, en efecto, es ya un fallo entre ustedes el hecho de que tengan litigios entre sí. ¿Por qué no sufren mejor la injusticia?”  Este es el mismo principio que se encuentra en nuestro texto en Mateo donde dice que toleres el mal que te hacen en cosas menores.  La Biblia equilibra claramente este asunto.

El tercer ejemplo
En el versículo 41 Jesús nos da un tercer ejemplo.  Él dijo, “Y cualquiera que te obligue a ir un kiló-metro, ve con él dos”.  En esos días, bajo el Imperio Romano, los magistrados o los militares tenían el derecho a obligar a cualquier ciudadano privado a hacer lo que fuera necesario para que estos pudieran cumplir con su deber.  Esta es la razón por la que tomaron a un hombre del público para que cargara la cruz de Cristo porque Jesús estaba demasiado débil y no podía llegar hasta Gólgota.  Obligaron a este hombre a que cargara la cruz (Marcos 15:21).  Entonces, ¿qué debes hacer cuando tu jefe te impone labores adicionales?  Hazlas con gusto, en servicio al Señor.  Repito, el que te obliguen a ir un kilómetro es un ejemplo de una ofensa menor.  Sin embargo, Jesús dijo que vayas dos kilómetros.  Todos usamos la frase “dar más de la cuenta”.  ¿Qué significa eso para ti?  Significa que haces todo lo posible por servirle o ayudarle a alguien más allá de la cuenta—aun cuando es inconveniente—para mantener la paz.  Esta siempre debe ser nuestra primera reacción.

El cuarto ejemplo
En el versículo 42 tenemos una excelente ampliación del mandato: “Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda”. Este es otro pasaje que muy a menudo es distor-sionado y mal entendido.  ¿Qué es lo que Jesús les ordenó a los discípulos que hicieran?  ¡Que fue-ran generosos!  Debes tener un corazón listo y dispuesto a dar cuando la gente que te rodea lo ne-cesite.  Debes aprender a dar de tu tiempo, tu talento y tu tesoro.  A lo largo de toda tu vida la gente te pedirá ayuda, te pedirá que le des algo y querrá que le des prestado.  Todos debemos aprender a dar y no solo a recibir. Tendrás que aprender esto en tu familia, tu trabajo y en tu iglesia.  ¿Cómo te va en este aspecto de tu vida?  ¿Eres generoso o tacaño?  ¿Das o solo recibes?

Sin embargo, es esencial entender y equilibrar este concepto de dar.  ¿Hay alguna situación en la que no debas dar ni dar prestado? ¿Hay situaciones en las que debas decir ‘NO’? ¡Seguro que sí!  Sé muy bien lo que estás pensando: “Un momento. ¡Eso no puede ser!  Estás contradiciendo lo que Jesús dijo”. Antes de rechazar lo que te digo, considera la totalidad de la instrucción de Dios refe-rente a este tema.  Primeramente, recuerda que a Jesús le interesa la actitud en tu interior.  Él no te da un mandato externo.  Eso sería fallar al blanco de todo el Sermón del monte.

Permíteme hacer una pregunta.  ¿Es generoso Dios? ¡Sí!  Él nos dio el regalo más valioso—Su Hijo.  No retuvo lo mejor que tenía.  Pero, ¿existe alguna situación en la que Dios no le da a Su pueblo lo que pide?  ¡Seguro!  Mira lo que dice Dios en Isaías 1:15: “Cuando extiendan sus manos, Esconderé Mis ojos de ustedes. Sí, aunque multipliquen las oraciones, No escucharé”. Fíjate que Dios no dice que Él no podrá escuchar  sino más bien que Él no escuchará.  Dios dice “Sus manos están llenas de sangre”. En otras palabras, esta gente iba a adorar y extendían sus manos hacia Dios en oración, pero estaban jugando con Él.  Al  mismo tiempo ofrecían sus hijos al dios Molech y al dios Baal.  A esto es a lo que se refiere Dios cuando dice: “Sus manos están llenas de sangre”.  Él les está afir-mando que no se deja engañar y que no les responderá ni les dará nada.  Cuando Dios ve que al-guien lo está utilizando, Él no les sigue la corriente.  Él no es tonto y tú tampoco debes serlo.  Si crees que alguien te está utilizando y tienes pruebas de ello o de que están malgastando lo que les has dado, ya no les des más.  Hace algunos años, cuando recién me convertí, aprendí esta lección.  Un tipo adicto a la heroína vino y me dijo, “Tengo hambre.  Necesito ayuda.  ¿Me puedes dar dine-ro?”.  Yo le dije, “Seguro que sí”, y le di dinero.  Esa tarde fue, se drogo y yo me di cuenta.  Me puse a pensar, “Un momento, la Biblia dice que debo darle a quien me pida.  Pero, ¿hice bien en darle di-nero?”  No.  ¿Qué debí haber hecho en esa situación?  Debí haberle dicho, “Déjame llevarte a la tienda y te compraré comida”.  Puedes darle comida a alguien en lugar de darle dinero.  Fue un error darle dinero a este tipo.  O si alguien toma lo que le compraste y lo vende o lo devuelve para conseguir dinero para poder comprar drogas o alcohol, no le vuelvas a dar.  Tienes que ser pruden-te.  Las Escrituras también declaran lo mismo en el Salmo 112:5.  El salmista dijo: “El hombre de bien tiene misericordia, y presta” (RVR ’60).  Eso es exactamente lo que Jesús instruyó en el Sermón del Monte.  Pero mira el resto del versículo, “Gobierna sus asuntos con juicio”.  La palabra juicio es una palabra hebrea que significa discernimiento o sabiduría.  Así que cuando te pidan que des, de-bes considerar cuidadosamente las circunstancias y las metas.  Eso tiene sentido y es la manera correcta de proceder.

Otro pasaje que debes considerar es Proverbios 3:27.  Salomón instruyó, “No niegues el bien a quien se le debe, Cuando esté en tu mano el hacerlo”.  Cuando alguien te está utilizando o malgas-tando lo que le das, entonces a esa persona no se le debe el bien. Debes usar prudencia y discer-nimiento cuando das y cuando alguien quiere que le des prestado.  ¿Qué debes hacer cuando al-guien que está muy endeudado quiere que le prestes dinero?  Esta persona se encuentra endeu-dada por alguna razón.  La mayoría de las veces necesitan cambiar su manera de manejar sus fi-nanzas y tu dinero no mejorará la situación.  Debes animar a esta persona a que busque asesora-miento financiero y a que venda algunas cosas para cancelar su deuda.  Cuando das donativos a una organización, debes pedir un estado de cuenta anual para que veas cómo usan tu dinero.  Si no te dan ese estado de cuenta, yo que tú, no los apoyaría.  Esto es responsabilidad financiera, dis-creción y prudencia de tu parte.  Dice en Salmos 37:21, “El impío pide prestado y no paga, Pero el justo es compasivo y da”.  Sin embargo, las Escrituras también dicen, “No estés entre los que dan fianzas, Entre los que salen de fiadores de préstamos” (Proverbios 22:26).  También: “El hombre falto de en-tendimiento se compromete, Y sale fiador a favor de su prójimo” (Proverbios 17:18). La palabra fiador se refiere a ser un garante de la deuda de alguien.

Déjame darte un sumario de este pasaje.  El dar es una muestra de misericordia.  Ese es el tema de esta sección de las Escrituras.  En lugar de venganza, demuestra misericordia.  Si consideras cada uno de estos ejemplos en los que Jesús nos pide que demostremos misericordia, los cita por una razón muy particular.  Observa que cada uno de estos ejemplos representa un área en la que Él te ha demostrado misericordia.  Cuando Jesús fue abofeteado en la mejilla, fue mi pecado que lo hirió.  Tú le diste la bofetada en la mejilla, pero Él te demostró misericordia.  Fue golpeado por nuestras transgresiones.  ¿Perdonó Él cuando esto sucedió? ¡Claro que sí!  Él dijo, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.  La humanidad pecaminosa se quejó contra Él; lo acusó, lo demandó y lo persiguió hasta la muerte.  Nuestro pecado lo obligó a cargar su cruz al lugar donde Él no quería ir.  Y definitivamente la llevó un kilómetro más allá.  Toma estos principios y los ejemplos que Jesús ha dado, pero no los conviertas en una ley.  Toma estos principios y aplícalos, con la sabiduría que Dios te ha dado, a las circunstancias de tu vida.

Vayamos a Él en oración.  “Padre, te agradecemos hoy de que nos has demostrado misericordia y no te has vengado de nosotros.  Nos has demostrado que tu corazón perdona y acepta el mal que se hace en tu contra.  Te ruego que nos des ese corazón que perdona y que demuestra misericordia ha-cia aquellos que nos han ofendido.  Danos sabiduría y discreción cuando damos a los demás.  ¡Haz-nos como tú!

Si no le has dedicado tu vida a Cristo, o si no estás seguro si realmente eres creyente, quiero darte la oportunidad de ser perdonado y experimentar la misericordia de Dios.  Dios te conferirá Su miseri-cordia en este momento si le pides perdón y lo invitas a tomar control de tu vida.  Él te limpiará el co-razón si reconoces tu pecado y si estás dispuesto a dejar tu estilo de vida pecaminoso y a seguirlo a Él.  Si lo quieres recibir en este momento, te sugiero que ores y le digas: “Señor, perdóname.  Jesús, ven y toma control de mi vida.  Te recibo por fe en este momento.  Quiero ser tu discípulo.  Si acabas de orar, confiésale tu fe a alguien hoy mismo.  Envíame un correo electrónico a This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it. y yo te enviaré literatura para creyentes nuevos que te ayudará a comenzar tu relación con Cristo.