Mateo 5:21-26
En el evangelio de Mateo, capítulo 5 versículos del 21 al 26 continuamos con nuestro estudio de la justicia que supera la justicia de los escribas y los fariseos. En las bienaventuranzas Jesús les da a los discípulos instrucciones muy claras y directas y los desafía a tener un corazón como el Suyo y a ser la luz y la sal de este mundo. Terminamos nuestro último estudio con el versículo 20 en el que Jesús insta a los discípulos a tener una justicia superior a la de los escribas y los fariseos. Hablamos de la importancia de tener un corazón sincero en oposición al corazón hipócrita—porque Jesús consideraba a los fariseos como hipócritas. Todo lo hacían por las apariencias, para recibir elogios y la aceptación de los hombres. Su justicia era sólo por fuera. En este sermón, Jesús insta a Sus discípulos a tener una justicia interna, sincera y de corazón. Por consiguiente, en el versículo 21 al final del capítulo 5, Jesús cita 5 pasajes del Antiguo Testamento y explica el propósito verdadero de la Ley. Él revela que el propósito de la Ley no era simplemente darnos ciertos dictados que cumplir. Él demuestra que el propósito de la Ley era tratar la justicia interna y transformar el corazón. Por lo tanto, lee conmigo la instrucción de Jesús comenzando con el versículo 21. “Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: ‘NO MATARAS’ y: ‘Cualquiera que cometa homicidio será culpable (responsable) ante la corte.’ Pero Yo les digo que todo aquél que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: ‘Insensato (Inútil)’ a su hermano, será culpable ante la corte suprema (el Sanedrín); y cualquiera que diga: ‘Idiota,’ será merecedor del infierno de fuego. “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. “Ponte de acuerdo pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo”.
En el resto de los versículos del capítulo 5 veremos el tema del asesinato, el adulterio, la mentira, la venganza y el amor. ¿Por qué eligió Jesús estos mandatos en particular? Yo creo que hay dos razones evidentes. La primera, todos estos mandatos tratan la vida real—que es donde vivimos todos los días. Estas son las cosas con las que batallamos toda la vida. Jesús quiere que cada uno de nosotros experimente la justicia interna y efectúe cambios en estas áreas prácticas de la vida. La segunda razón por la que eligió estos mandamientos es porque nadie puede considerar estos mandatos y pensar: “Yo cumplí ese mandamiento; soy justo. Estoy bien”. El resultado debe ser todo lo contrario. Al considerar estos mandatos debes reconocer tu intensa necesidad del poder y la gracia de Dios porque todos fracasamos miserablemente en cada una de estas áreas. Jesús quiere que la gente entienda que cada uno de estos mandamientos requiere una actitud y obediencia interna que nosotros carecemos. El conocimiento de este hecho nos lleva hacia Él para que efectúe el cambio interno y así Dios obra esa justicia interna que supera la justicia de los fariseos.
Sin embargo, a menudo te toparás con personas que piensan que son buenas y no tienen esa necesidad. Cuando comparto el evangelio con inconversos que creen ser buenas personas y que Dios tendría la buena fortuna de tenerlos en el cielo, uso estos dos primeros mandamientos que Jesús menciona y lo aplico en sus vidas. Los mandamientos son: No matarás y no cometerás adulterio. ¿Por qué? Lo hago porque todo el mundo ha quebrantado estos mandatos. Le pregunto a la persona: “¿Crees tú que eres una buena persona? Normalmente responden: “Seguro. Por supuesto que soy una buena persona. No he hecho muchas cosas malas”. Entonces le pregunto: “¿Alguna vez te has enojado con tu hermano?” Él o ella me contesta: “Sí” , y le explico, “entonces has quebrantado el mandato de Dios: No matarás, porque el propósito verdadero de este mandamiento comienza con el enojo en tu corazón.” Luego le pregunto a la persona, depende con quien hablo “¿Alguna vez has deseado a algún hombre o a alguna mujer?” Una vez más, la persona contesta: “Sí”. Entonces le explico que él o ella ha quebrantado el mandato de Dios: No cometerás adulterio. Porque el propósito de este mandato es lidiar con la lujuria en el corazón. Antes de caer en el adulterio, la persona ha permitido que sus pensamientos lujuriosos controlen su corazón. Por lo tanto, todos hemos quebrantado estos mandamientos. Esa es la cuestión. Jesús quiere el corazón del hombre y no las apariencias; Él quiere más que la religión superficial de los fariseos.
Ahora leamos este texto de Mateo. Jesús les recuerda a los discípulos el mandamiento contra el asesinato. ¿Cuál es el propósito verdadero de Dios al darnos este mandato? Yo creo que Jesús establece claramente que Dios se refiere al enojo que guardas en tu corazón en contra de tu hermano. Cuando lidias con tu enojo adecuadamente, esto te motiva a hacer lo debido. En los versículos 22-24 Jesús dice: “todo aquél que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: ‘Insensato (Inútil)’ a su hermano, será culpable ante la corte suprema (el Sanedrín); y cualquiera que diga: ‘Idiota,’ será merecedor del infierno de fuego. “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano.” Jesús quiere controlar tu enojo y animarte para que busques la reconciliación. Nadie se despierta por la mañana y sin razón alguna piensa “creo que voy a matar a esa persona”. Es todo lo contrario. Una persona se enoja con alguien y permite que ese enojo hierva en su corazón y cree resentimiento. Este enojo impulsa a la persona a tomar acciones que llevan al asesinato. Por lo tanto, es esencial que aprendas a tratar el enojo en tu corazón y aprendas a resolver los conflictos con los demás. Esto es lo que Jesús quiere hacer dentro de cada uno de nosotros. Él quiere tratar estos asuntos del corazón.
Un punto muy importante que muchas personas pasan por alto es que en estos versículos, Jesús no usa la palabra matar sino la palabra asesinar. ¿Existe una diferencia entre estas dos palabras? ¡Sí! A menudo escucho a las personas citar incorrectamente este mandato cuando dicen “¿No dice Dios ´no matarás´, no es eso lo que Dios mandó?” La palabra hebrea que se encuentra en el Antiguo Testamento es la palabra asesinar. Jesús usa la misma palabra, asesinar, en el griego. Estas dos palabras son muy peculiares. Ambas se refieren solamente a un asesinato premeditado. Hay muchas palabras en hebreo y en griego que se usan para matar o dar muerte. En Mateo 22:4 Jesús usa una palabra griega que indica matar al animal para el banquete de la fiesta. Matar a un animal para comerlo es una palabra griega diferente a esta palabra que indica asesinar. Me gusta este pasaje porque parece que a Jesús le apetecen las barbacoas. También en Lucas 13 versículo 4 Jesús usa otra palabra griega para indicar la muerte accidental de las personas sobre las cuales se derrumbó una torre. Esta palabra también es diferente a la palabra que indica asesinar. En Lucas 23 versículo 32 se encuentra otra palabra griega para el acto judicial de pena de muerte, cuando se da muerte a los criminales. La razón por la que explico esto es muy importante. Si malentiendes el significado de la palabra—desde el punto de vista bíblico –tendrás un concepto equivocado de matar. En ciertas ocasiones matar es razonable y justificable. No malentiendas el mandato y la intención que la palabra asesinar implica. Asesinar es completamente diferente de todos los otros ejemplos que acabo de dar. En el texto de hoy, Jesús se refiere al enojo en tu corazón que te lleva a cometer un asesinato premeditado. El enojo es la raíz de todo asesinato.
Ahora hablemos del enojo por un momento. ¿Qué importancia le debemos dar al enojo? Muchas veces los creyentes justifican su enojo y le dan poca importancia. La gente me dice: “me molesté un poco y le tuve que decir lo que opinaba de él. No es gran cosa”. ¡No! Claro que es una gran cosa. El enojo explosivo es tan importante que Jesús lo mencionó aquí en el Sermón en el Monte. Si tu enojo te domina, destruirá la relación con tus amigos. Puede destruir tu relación matrimonial y la relación con tus hijos. Tu enojo es muy importante. Al final del versículo 22 Jesús dijo: “y cualquiera que diga: ‘Idiota,’ será merecedor del infierno de fuego”. ¿Dirías tú que el enojo es poca cosa? ¿Qué quiso decir Jesús con eso? Es muy simple. El odio y el resentimiento que guardas en tu corazón, podrían enviarte al infierno. El enojo desenfrenado en tu corazón puede destruirte a ti y a los demás. En 1Juan 3:15 Juan dice: “Todo el que aborrece a su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él”. Fíjate que Juan da la misma instrucción que Jesús da en el Sermón en el Monte. Es importante notar que la palabra aborrece está en el tiempo presente. El tiempo presente del verbo describe una práctica continua de aborrecimiento y de guardar resentimiento en tu corazón hacia alguien. Por lo tanto, debes entender que el guardar odio y resentimiento en tu corazón sí tiene mucha importancia. No lo minimices.
Así que si no quieres cometer un delito de pasión, ni ser esclavo del resentimiento, necesitas lidiar con tu enojo. A nadie se le ocurre que podría cometer un asesinato u homicidio, pero todo comienza con el enojo y el resentimiento. El resentimiento continúa hasta que alguien en un momento acalorado hace algo de lo que después se arrepiente. Por lo general, se hacen comentarios acalorados. Jesús dijo en el versículo 22: “cualquiera que diga: ‘Insensato (Inútil)’ a su hermano, será culpable ante la corte suprema (el Sanedrín)”. La palabra que se ha traducido, insensato, literalmente significa cabeza hueca. Hoy llamarías a una persona idiota. En la época de Cristo, estas eran palabras duras. Si estás usando palabras duras con los demás, esto es un comprobante de que tu enojo está fuera de control y sigue aumentando. Si no tratas el enojo en tu corazón, éste siempre se intensificará. Muchas veces ese enojo culmina en un altercado físico. A menudo me doy cuenta de situaciones como esta. La gente me dice: “alguien me empujó y de repente volaron los puños” o “me tiraron la puerta en la cara y por eso tumbé la puerta a patadas”. Así es como comienza, luego alguien agarra una pistola, un cuchillo o lo que tengan a la mano. Todo comienza con un enojo desenfrenado. Por lo tanto, trata tu enojo rápidamente antes de que pierdas el control.
Otro punto muy importante que quiero que entiendas es que el enojo puede ser provocado por una causa justa o por una causa injusta. Por lo tanto, la pregunta debe ser: ¿Siempre está mal el enojo? ¿Existe una diferencia entre el enojo pecaminoso y el enojo provocado por una causa justa? Estas dos diferencias básicas te ayudarán a entender si el motivo de tu enojo es justo. El enojo pecaminoso siempre es motivado por sentimientos egoístas. Una causa justa o el enojo justo siempre es motivado por la integridad o la justicia. En Efesios 4:26 Pablo dice: “Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo”. Si Pablo nos instruye “enójense, pero no pequen”, entonces sí hay manera de enojarse y no pecar. Es muy simple. Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, nos instruye que nos enojemos, pero sin pecar. Eso quiere decir que es posible enojarse y no pecar. Por consiguiente, se trata de tu comportamiento cuando te enojas. Déjame darte 2 buenos ejemplos. Jesús es el mejor ejemplo de este tipo de enojo. Las Escrituras nos dicen que Él se enojó por la maldad e injusticia de los fariseos. Marcos 3:5 “mirando con enojo a los que Lo rodeaban, y entristecido por la dureza de sus corazones, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Claramente, Jesús estaba enojado. Esto también comprueba que no todo el enojo está mal. Pero, ¿qué provocó el enojo en Cristo? Marcos nos dice que Él se entristeció por el hombre que tenía la mano seca. En otras palabras, Él sintió tristeza en Su corazón. ¿Por qué? Porque Jesús amaba a este hombre y a los fariseos les importaba un comino. Los fariseos se preocupaban sólo por sus tradiciones. Jesús se enojó y no pecó. Su enojo lo motivó a actuar piadosamente. Él los reprendió y luego sanó al hombre.
La vida del rey Saúl nos da otro buen ejemplo del enojo piadoso. En 1Samuel leemos la historia de los amonitas que llegaron a la ciudad de Jabes de Galaad e intentaron conquistar a los Israelitas. Los amonitas les dieron a los judíos la opción de rendirse o morir. Si se rendían había una condición. Los amonitas les sacarían el ojo derecho a todos los hombres en la ciudad. Al sacarles el ojo derecho, los hombres de la ciudad serían incapaces de pelear eficazmente para defenderse de ellos en el futuro. Sin embargo, en 1Samuel 11:6 después de que Saúl escuchó lo que los amonitas querían hacer, la Biblia dice: “El Espíritu de Dios vino con poder sobre Saúl al escuchar estas palabras, y Saúl se enojó grandemente”. ¿Alguna vez escuchaste que el enojo es el fruto del Espíritu que mora en ti? ¿Qué provocó el enojo en Saúl? La protección y la liberación de los judíos provocaron su enojo. Él vio la injusticia y la perversidad de lo que los amonitas iban a hacer y no se iba a cruzar de brazos. ¿Distingues la diferencia entre el enojo pecaminoso y el enojo justo? Es simplemente una cuestión del motivo. Por lo tanto, siempre que te enojes, reflexiona sobre el motivo de tu enojo.
Cuando te enojes, también debes reflexionar sobre tus acciones. Muchas veces tus acciones te revelarán el motivo de tu enojo. ¿Cómo responderás cuando te enojes? El enojo pecaminoso te incitará a atacar y a destruir a la otra persona; te incitará a realizar acciones pecaminosas. El enojo justo te motivará a realizar acciones justas que promoverán la reconciliación con la persona. Déjame darte un par de ejemplos. En el libro de Números 16:15 dice: “Moisés se enojó mucho”. ¿Por qué? Al leer el contexto te darás cuenta de que eso sucedió cuando Coré , junto con otros líderes de Israel, se enfrentaron con Moisés. Acusaron a Moisés de ensalzarse a sí mismo y de asumir demasiada autoridad. ¿Cómo respondió Moisés? Números 16:4 dice: “Cuando Moisés escuchó esto, cayó sobre su rostro” y oró. Su enojo lo impulsó a orar. Su segunda acción fue reprender a los hombres y decirles que estaban peleando contra las instrucciones que Dios había dado para Israel. Fue Dios quien colocó a Moisés y a Coré en sus puestos respectivos. Pelear contra Moisés y su puesto era pelear contra Dios. ¿Has considerado alguna vez que el enojo te debe impulsar a orar? El enojo también te debe motivar a decir la verdad y a rechazar lo malo.
Veamos otro ejemplo en Nehemías 5:6-7. Este capítulo describe cómo los judíos, después de regresar del cautiverio en Babilonia, se acercaron a Nehemías con un gran problema. Los judíos les cobraban a sus hermanos una tasa de interés muy alta. Había hambre en la tierra de Israel y la gente no tenía qué comer. Algunos judíos se aprovecharon de la situación para enriquecerse. Cuando Nehemías se dio cuenta, declaró “Y me enojé en gran manera…Entonces lo medité, y reprendí a los nobles y a los oficiales” (RV ´60). Toma nota de dos cosas: el enojo de Nehemías no fue provocado por el egoísmo y Nehemías tomó la acción debida. Su enojo lo impulsó a sentarse a reflexionar sobre lo que debía hacer. Él no habló precipitadamente o sin meditar. Se detuvo y meditó sobre lo que Dios quería que él hiciera y luego realizó la acción debida. Por lo tanto, hay 2 causas diferentes del enojo y dos maneras diferentes de reaccionar y de responderle a la gente. ¿Así respondes tú cuando te enojas?
Es más, ¿cómo controlas tu enojo? Permíteme darte algunos pasos simples que te ayudarán a controlar tu enojo y a evitar problemas. Si tienes problemas con tu enojo, esto es lo que debes hacer. Estos pasos te ayudarán a dominar tu enojo.
Primeramente, debes determinar por qué estás enojado. Génesis 4:5 dice: “el Señor dijo a Caín: “¿Por qué estás enojado, y por qué se ha demudado tu semblante?”. Si el Señor le preguntó a Caín por qué estaba enojado, debe haber una buena razón por la que hizo la pregunta. ¡Sí la hay! Dios quería que Caín reflexionara seriamente sobre el motivo de su enojo. ¿Por qué es importante eso? Si te detienes para determinar por qué estás enojado, descubrirás el motivo de tu enojo. Cuando determines si el motivo es bueno o malo, sabrás lo que debes hacer. Lidiarás con tu propio egoísmo o tomarás una acción piadosa. Si Caín hubiese aceptado el consejo del Señor, no hubiese matado a su hermano. ¿Por qué digo eso? Si Caín se hubiese tomado su tiempo para examinar su corazón, inmediatamente hubiese reconocido que la envidia provocó su enojo. Tenerle envidia a tu hermano es una motivación egocéntrica y pecaminosa. Cuando reconozcas que tu motivación está mal, necesitas hacer una cosa: arrepentirte. El arrepentimiento apaga rápidamente el enojo egoísta. Si no determinas por qué estás enojado, cambiarás las cosas en tu mente y tratarás de culpar a la otra persona. Tu enojo te impulsará a hacer cosas que más tarde lamentarás. Por eso debes comenzar por averiguar por qué estás enojado. Este primer paso es esencial.
Segundo, cuando sientes el enojo por dentro, tienes que lidiar con él inmediatamente. En Mateo 5:25 Jesús dijo: “Ponte de acuerdo pronto con tu adversario”. Cuando se trata de tu enojo y tu adversario, la prontitud es esencial. Pablo también dijo en Efesios 4:26 “Enójense, pero no pequen; no se ponga el sol sobre su enojo”. Estos dos pasajes nos incitan a actuar con rapidez cuando se trata de resolver el enojo y los conflictos con los demás. En otras palabras, ¡tienes que lidiar con tu enojo antes de acostarte a dormir esta noche! Antes de la puesta del sol, resuelve tu resentimiento. ¡Hazlo pronto! Si no resuelves el enojo en tu interior, terminarás guardando resentimiento en tu corazón. Sí guardas resentimiento en tu corazón, harás y dirás cosas que lamentarás. Recuerda que tú eres el que decide si permitirás que el enojo y el resentimiento hiervan en tu corazón. En tu mente habrás dicho varias veces, “esto no lo dejo pasar”. Eres tú quien alimenta la amargura y se niega a hablar con la persona. Algunas personas buscan escapatorias para no enfrentar el conflicto. La mayoría de las veces, simplemente te niegas a resolverlo. Buscas cualquier razón y justificación para no enfrentar el conflicto. Sin embargo, no es cuestión de no poder hacerlo, es porque tú has elegido no tratar el problema. En realidad estás desobedeciendo un mandato directo de Dios. El precio de la desobediencia es la falta de paz y de comunión con Dios. Tus relaciones también pagarán caro por la amargura que guardas por dentro. Pablo instruyó en Romanos 6:12, “no reine el pecado en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias”. Eso quiere decir que no debes permitir que el enojo pecaminoso reine en tu corazón porque te destruirá. No permitas que eso ocurra.
Tercero, si quieres controlar tu enojo, tienes que lidiar con tu resentimiento cuando los problemas son pequeños. ¿Cómo se evitan los arranques de ira contra alguien? No tendrás arranques si resuelves el conflicto rápidamente, mientras el problema es pequeño. Sin embargo, si esperas y permites que el enojo y el resentimiento se acumulen dentro de ti, entonces prepárate para la explosión volcánica que resultará. Es por eso que tienes esos estallidos de ira y en esos momentos lanzas el resentimiento que has acumulado por 3 o 4 semanas. Y eso es simplemente porque no resolviste el problema cuando aun era pequeño. Una buena ilustración de este principio se encuentra en el Salmo 106:32-33. Ahí dice, “También hicieron que Él se enojara en las aguas de Meriba, Y le fue mal a Moisés por culpa de ellos, Puesto que fueron rebeldes contra Su Espíritu”. La palabra “ellos” se refiere a los hijos de Israel. El Señor primero culpa al pueblo por haber enojado a Moisés. Pero, también culpa a Moisés por lo que hizo: “Y él habló precipitadamente con sus labios”. La palabra “precipitadamente” literalmente significa con dureza. Esta palabra también está en el tiempo imperfecto en el hebreo, lo que quiere decir que él continuamente hablaba precipitadamente. En otras palabras, Moisés descargó todo el enojo y la frustración que había retenido de todos los conflictos y las luchas anteriores que tuvo con los hijos de Israel. Lee el libro de Éxodo y verás que el pueblo se queja y culpa a Moisés una y otra vez. La gente critica las intenciones de Moisés como líder y murmura contra Dios. Esto ocurre varias veces, pero esta vez, Moisés les canta las cuarenta. Les dispara con dos cañones, los vuelve a cargar, dispara los dos cañones de nuevo, los carga y les dispara una vez más. Es por eso que en hebreo original, el verbo está en el tiempo imperfecto. Esta fue una bronca cargada de ira que duró largo tiempo. Luego el Señor le dijo a Moisés que no lo había representado bien ante el pueblo, no lo trató como santo a los ojos de los israelitas y por lo tanto, no conduciría al pueblo a la tierra prometida. Si quieres leer más acerca de esta situación, se encuentra en el capítulo 20 de Números. Si Moisés no hubiera guardado todos estos conflictos menores en su corazón, es muy probable que no hubiera estallado en ese momento. Si guardas resentimiento en tu corazón, tú tampoco experimentarás la victoria de la tierra prometida en tu vida. Tú también estallarás de la misma manera. Cuando estallas, pierdes el derecho al gozo y a la victoria que debes tener en Cristo. Por consiguiente, no guardes resentimiento…por pequeño que sea. Resuelve los problemas pronto, cuando todavía son pequeños.
Cuarto, si quieres controlar tu enojo, tienes que controlar tus pensamientos. Si no controlas tus pensamientos, estos pueden provocar tu enojo una y otra vez. Esto ocurre en particular cuando estás en conflicto con otra persona y no lo has resuelto. Si haces memoria y comienzas a pensar sobre lo que la persona te dijo o te hizo, ¿qué sucede? Mientras haces memoria, ¿no sientes que por dentro comienza a arder la llama del enojo? Es por eso que puedes enojarte aun después de que han pasado 6 meses o hasta años. Si te permites pensar acerca del conflicto, traes todo a la memoria. Es por eso que las Escrituras declaran en Filipenses 4:8-9 “todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto mediten. Lo que también han aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practiquen, y el Dios de paz estará con ustedes”. Por lo tanto, si quieres paz, tienes que controlar tus pensamientos. Tienes que pensar: “Un momento. No voy a permitir que eso entre en mi cabeza. Eso ya lo resolví y no voy a regresar a lo mismo”. Controla tu mente. Tienes que controlar tu mente aun cuando el conflicto no se ha resuelto para que puedas dominarte cuando hables con la persona. Considera tus palabras desde el punto de vista bíblico y razonable, así no harás cosas de las que te arrepentirás.
La quinta manera de controlar tu enojo es dejar la conversación acalorada antes de que comience. Probablemente pensarás, “¿Y cómo voy a saber si una conversación se volverá acalorada?“ Es muy simple. La intensidad de tus palabras aumenta. Para entonces tú ya sabes el rumbo que lleva la conversación. ¿Y cómo lo sabes? Porque sabes cómo terminaron las otras conversaciones cuando las emociones tomaron control. Necesitas dejar la conversación antes de que el enojo te controle a ti. Esto es exactamente lo que dice Salomón en Proverbios 20:3 “Es honra para el hombre evitar las discusiones, Pero cualquier necio se enredará en ellas”. Es una honra evitar las discusiones. Entonces, cuando escuches que el volumen comienza a subir o comienzas a sentir ese enojo por dentro, tienes que dejar la conversación en ese mismo instante. Le dices a la otra persona: “Espera un momento. Tomémonos unos minutos para calmarnos”. Si no haces esto, dirás cosas que lamentarás y actuarás indebidamente. Es más, tienes que tener mucho cuidado de nunca tocar a la otra persona cuando el enojo se está intensificando. Los altercados físicos comienzan con un simple empujón o empellón. O le tiras la puerta en la cara a la persona y ésta empuja la puerta para abrirla. En el momento que permites que tu enojo controle la situación, las cosas irán de mal en peor. ¿Por qué sucede esto? Porque no dejaste la conversación cuando comenzaste a sentir el enojo por dentro.
Sexto, si quieres dejar las conversaciones acaloradas y contenciosas, tienes que usar palabras suaves y amables. Las palabras que usas durante un conflicto intensifican el enojo o lo calman. Tú decides. En Proverbios 15:1 Salomón dice: “La suave respuesta aparta el furor, Pero la palabra hiriente hace subir la ira”. Por lo tanto, escoge tus palabras con cuidado. Tus palabras prenderán el fuego del enojo o lo apagarán. Entonces, si la persona con la que estás hablando se empieza a enojar, asegúrate de usar palabras suaves y amables. Hay una diferencia entre decirle a alguien duramente que es un mentiroso o decir, “no estoy de acuerdo con tu interpretación de lo que ocurrió". Estás diciendo lo mismo, pero una manera es dura y la otra más amable y suave.
El séptimo paso que debes dar si quieres controlar tu enojo es rendirte ante el Espíritu Santo. Si hay algo que apaga la llama del fuego en tu alma, es el agua viviente del Espíritu de Dios. Jesús dijo en Juan 7:37-39 “En el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz: “Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: ‘De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva.’” Pero El decía esto del Espíritu…” El Espíritu Santo es el agua viva que Jesús nos quiere dar a cada uno de nosotros. Ahora, si tú has experimentado lo que estoy a punto de decirte, no tienes ninguna duda de que sí puedes controlar tu enojo. ¿Alguna vez has sentido que comienza a arder la llama del enojo por dentro y en tu mente, en silencio, clamas a Dios? Sientes que estás a punto de perder los estribos y oras: “Señor, lléname de tu Espíritu Santo” En ese instante sientes que la tranquilidad de Su Espíritu viene sobre tu espíritu. Sin embargo, si te niegas a orar y lanzas palabras cargadas de furia, ocurrirá lo contrario. La conversación se volverá desagradable y te arrepentirás de las cosas que haces y dices. Pero si el agua viva del Espíritu te llena, sentirás como Él apaga el fuego del enojo de una manera tan palpable que nunca más te preguntarás si el Espíritu Santo realmente existe. Te desafío, si nunca has experimentado el poder del Espíritu para calmar tu corazón enojado, clama a Dios la próxima vez que te empieces a enojar y verás lo que sucede.
Octavo, si quieres controlar tu enojo y detenerlo antes de que te domine, entonces necesitas ir y buscar la reconciliación antes de que el resentimiento se apodere de ti. Ese paso es esencial. En Mateo 18:15 Jesús dijo: “Si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano”. Si en este momento estás pensando en alguien que te ofendió, es tu responsabilidad acercarte a esa persona e intentar reconciliarte con ella. Cuando haces eso, evitas que tu enojo cree resentimiento. Ese es el mandato de Cristo. Ve a él o a ella. Si te niegas a hacer eso estás desobedeciendo un mandato directo de Dios y tu enojo te controlará. Fíjate en lo que dice Jesús: “si te escucha, has ganado a tu hermano”. Él usa el condicional “si” porque algunas veces la persona no te escuchará. No responderá con amabilidad ni apropiadamente. No admitirá ninguna culpa ni algún problema. No hay nada que puedas hacer acerca de eso, pero sí tienes que hacer lo que Cristo manda. No importa si la persona responde apropiadamente o no, Él te manda que vayas. En ocasiones he tenido que ir varias veces con la misma persona. Si alguien te dice repetidamente que te largues, no hay nada más que puedas hacer. En ese caso, tienes que esperar que el Espíritu Santo haga su obra. Un tipo se me acercó después de 10 años para reconciliarse conmigo. Me guardó rencor por 10 años y un día entró en mi oficina con lágrimas en los ojos y me dijo: “¿Me perdonas?" Te cuento esta historia porque ese mismo día resolvimos el problema. Sí es posible.
El noveno paso que tienes que dar para controlar tu ira es ir rápidamente con la persona que está molesta contigo e intentar resolver el problema. Esto es exactamente lo que hizo Jesús aquí en Mateo 4:23-24. Jesús dijo:”Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Fíjate en las palabras “y ve”. Eso quiere decir que no puedes quedarte ahí con los brazos cruzados. Tienes que ir en busca de tu hermano. Por lo tanto, si tú sabes que alguien está enfadado contigo y te guarda resentimiento y nunca has intentado reconciliarte con él/ella, estás desobedeciendo este mandato. Al terminar este culto debes tratar de reconciliarte con esa persona. Si ya lo has hecho, o si lo has intentado varias veces y la otra persona no te ha recibido, entonces ya hiciste todo lo posible. Sin embargo, si tú sabes que verdaderamente no has intentado reconciliarte con esa persona, entonces tienes que ir hoy mismo. Jesús revela la importancia de esto cuando dice: “deja tu ofrenda allí delante del altar”. En otras palabras, no vengas a Mí hasta que hayas ido con ellos. Cuando das este paso en busca de la reconciliación, estás evitando un acalorado intercambio de palabras con esta persona en el futuro.
Décimo, cada vez que sea posible, tienes que tratar de llegar a un acuerdo con tu adversario. En el capítulo 5:25 Jesús mandó: “Ponte de acuerdo pronto con tu adversario”. Para llegar a un acuerdo tienes que estar dispuesto a admitir tus faltas personales. Ese es el primer paso que debes dar cuando surge un conflicto. Pregúntate, “¿cómo contribuí al comienzo de este desacuerdo?” ¿Respondiste inapropiadamente? ¿Tuviste una mala disposición? ¿Hiciste o dijiste cosas ofensivas o duras? ¿Cómo contribuiste al conflicto? Cuando reconozcas tu culpa podrás entonces llegar a un acuerdo. Muchas veces cuando admites tu culpa, por lo general, la otra persona admite la culpa de él/ella. Esto facilita una reconciliación sin demora. Si reprimes las acusaciones contra la otra persona y simplemente admites tus faltas, es fácil llegar a un acuerdo.
El onceavo paso es reconocer que si te niegas a dar los pasos que acabo de enumerar, tu enojo se intensificará y toda la situación se empeorará. ¿Cómo sé que las cosas se empeorarán? Simplemente porque Jesús dijo que así sería. Esto es lo que Jesús dijo en Mateo 5:25 “Ponte de acuerdo pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel”. ¿Ves que Jesús explica claramente el concepto de la intensificación? Si llegas a un acuerdo con tu adversario antes de ir al tribunal, nunca llegarás al tribunal. Si dices, “no me importa el tribunal porque no quiero reconciliarme con ellos”; las cosas se empeorarán. Jesús también dijo que podrías perder y terminarías yendo a la cárcel. Entonces lamentarás que no buscaste la reconciliación. Por lo tanto, resuelve los conflictos pronto y busca la reconciliación. Si no lo haces, te garantizo que la situación se empeorará. En el evangelio de Lucas 12:58 Jesús dice: “procura en el camino arreglarte con él”. ¿Es esto lo que haces tú? Si no es así, probablemente estás guardando resentimiento y te niegas a perdonar. Jesús también dijo: “---perdonen si tienen algo contra alguien”. Esto lo incluye todo. Debes perdonar cualquier cosa y a cualquier persona que te haya lastimado. La falta de perdón te destruirá. La semana pasada hablé por teléfono con una persona que vive fuera del estado y tiene un tremendo problema con su enojo. Le pregunté por qué estaba actuando de cierta manera y me respondió ¡con algo que sucedió hace 15 años! Le pregunte: “¿Y por qué mencionas eso?” Él me contestó: ”Porque estoy enojado”. Ese es el resultado de la falta de perdón; esa amargura y resentimiento por algo que sucedió hace mucho tiempo. A menos que perdones, tendrás que lidiar con las consecuencias el día de hoy, la semana entrante y el próximo año. Estarás en una prisión interna hasta que perdones. Dios quiere que seas libre y el perdón te libera. ¡Perdona! Deja el pasado y busca la reconciliación cuando sea posible.
Vamos a Él en oración. Padre, venimos ante ti, contemplándote y buscándote. Llénanos de tu Espíritu Santo. Padre, ruego por aquellos que hoy batallan con su enojo, lo batallan todos los días. Señor, te ruego que controles su enojo y les des victoria donde antes han fracasado. Ruego que estos principios que he compartido hoy transformarán drásticamente el comportamiento. Creo que Tú has puesto estas verdades en Tu Palabra para ayudarnos, cambiarnos y darnos la victoria. Señor, llénanos de tu Espíritu hoy. Haz Tu obra en nosotros Señor. Creemos que lo harás.
Si nunca le has entregado tu vida a Cristo, o si no estás seguro si realmente eres cristiano, quiero darte la oportunidad de tener esa seguridad y de ser perdonado. Dios te otorgará Su misericordia en este momento si le pides perdón y lo recibes con fe por medio de la oración. Él limpiará tu corazón si reconoces tu pecado y si estás dispuesto a dejar tu estilo de vida pecaminoso para seguirlo a Él. Si lo quieres recibir en este momento, dile: “Señor, perdóname. Reconozco mi pecado. He quebrantado tu ley. Jesús, ven y toma control de mi vida. Te recibo con fe en este momento. Quiero ser tu discípulo.” Si acabas de elevar esta oración, confiésaselo a alguien hoy mismo y escríbeme al correo electrónico